No, no se refiere a ningún nombre propio ni siquiera a la ciudad toscana (aunque en Italia se escribe con dos ces), sino que concierne a un asunto que constituye una preocupación constante para la comunidad científica, cual es conocer el origen de la vida terrestre, explicar cuál fue el primer ser que existió y del que descienden los demás, pues está «archidemostrado» que la actividad vital no dio comienzo con el ser humano, puesto que somos simplemente un eslabón más de la cadena biológica, eso sí el más desarrollado. En la década de los años 60 del pasado siglo el neurobiólogo italo-argentino Mario Crooco propuso el término LUCA (acrónimo de «Last Universal Common Ancestor»), o sea con el significado de «último antepasado común universal». Representa una célula que vivió hace unos miles de millones de años y de la que ha evolucionado toda la vida en nuestro planeta, ya que no se duda de que esta surgió tan solo una vez y su evolución justifica la aparición del resto de los seres, desde los más primitivos al género humano. Las ideas precursoras sobre esta temática aparecen en el libro del célebre naturalista Charles Darwin «El origen de las especies», donde se apuntaba a un progenitor del que derivarían el resto de las especies, un principio fundamental de la teoría evolutiva. ¿Dónde podría prosperar este precursor? No hay unanimidad de criterios sobre cuál podría ser su hábitat. Se especula que un sitio adecuado podrían ser las fumarolas hidrotermales que brotan en los fondos submarinos con vulcanismo activo (especialmente en las dorsales oceánicas), alcanzando temperaturas muy elevadas. En estas zonas lóbregas, ricas en sulfuros metálicos, son habituales las formas de vida exóticas conocidas como «procariotas» (organismos unicelulares sin núcleo) capaces de subsistir en las condiciones más adversas, las cuales, mediante procesos de quimiosíntesis, utilizan el sulfuro de hidrógeno para producir materia orgánica (poseen la capacidad de sintetizar proteínas) que sirve de alimento a otros individuos que proliferan en estos entornos. Sin embargo, en línea con lo señalado por Darwin, otras investigaciones sugieren que su medio ambiente pudo ser mucho menos extremado, no necesariamente tan cálido como el de las chimeneas hidrotermales. Se propone que unos simples charcos pudieran ser lugares propicios para el comienzo y progreso de la existencia, aprovechando la radiación ultravioleta procedente del Sol. ¿Cómo se concatenan las formas de la vida? La respuesta hay que buscarla en el código genético que es universal para todos los vivientes, desde los más simples -incluyendo a LUCA- a los más complejos, lo que supone todo un conjunto vital relacionado. Uno de los logros trascendentales de la biología fue establecer relaciones entre los seres creando el árbol de la vida, en el que a partir del LUCA -situado en la raíz- van floreciendo ramas constituidas por seres unicelulares o procariotas (Eubacteria y Archaeobacteria) y multicelulares o eucariotas (Protista, Plantae, Fungí y Animalia). Un hallazgo moderno impactante lo constituye un tercer tipo que pasó desapercibido hasta hace poco: las arqueas (Archaea), es decir «las antiguas»; se trata de microorganismos unicelulares sin núcleo muy parecidos en tamaño y aspecto a las bacterias, aunque con marcadas diferencias al poseer células aplanadas o cuadradas, que conforman su propio dominio y reino. Los geólogos conocemos unas estructuras minerales denominadas «estromatolitos» que son causadas por cianobacterias -consideradas en la escala paleontológica como los seres más tempranos-, cuya acción metabólica genera unas singulares bioconstrucciones de rocas carbonatadas finamente laminadas. Aunque estas organizaciones fósiles se produjeron en todos los periodos geológicos, las más arcaicas descritas alcanzan una edad de algo más de 3.400 millones de años y representan, por tanto, la primera evidencia fósil de vida en la Tierra. Si retrocediéramos aún más en el tiempo se encontraría el organismo original del que derivarían el resto de las formas de vida. Resulta altamente especulativo, con el conocimiento actual, definir las características del ancestro universal, dado que a lo largo de tan dilatado lapso temporal se produjeron infinidad de mutaciones que ennegrecen los orígenes. No obstante, la meta es descubrir quién es LUCA, ¡todo un reto pendiente de resolución!