Delta Airlines suspende el vuelo directo que tenía entre Nueva York y Málaga. En realidad, la compañía nunca ha creído mucho en este enlace. Siempre ha esperado, y logrado, alguna ayuda pública o apadrinamiento.

Los sucesivos consejeros de Turismo han hecho mucho por Delta. Han hecho de paganinis. Y Delta siempre hacía lo mismo: suspender el vuelo durante un montón de meses al año, dejándolo solo en los de temporada alta. Una de las espantás fue en 2008, cuando después de «acuerdos promocionales» con la Junta, decidió que no, que el vuelo, un ratito, pero no todo el año. Una empresa privada puede hacer lo que le dé la gana, faltaría, más, pero con su dinero. Preguntado por este asunto, el consejero Juan Marín ha dicho: «Es una decisión de empresa». Hombre, ya sabemos que no es una decisión de la Copa Davis o del Club filatélico de Arganda. Es una decisión de empresa, claro, que mira por sus intereses y a la que no le interesa la Costa del Sol. Nos gustaría más que el consejero indagara en otras empresas más leales con las que pactar, o que cogiera las maletas y se fuera (no en Delta) a Nueva York a convencer a agentes de viaje, empresas aéreas o lo que fuera, de que merece la pena un enlace directo. Claro que hay público y demanda. Es el vuelo de toda Andalucía con Nueva York. Y no faltan en Nueva York y adyacentes personas con poder adquisitivo para darse un garbeo por estos lares.

El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, por su parte se ha apresurado a hablar. Esta frase podría también escribirla otro día o hace un año o pasado mañana y sobre cualquier asunto. El regidor pide un «apoyo claro» al aeropuerto malagueño. El alcalde lo que quiere decir es que basta ya de esa sibilina idea asentada en muchos mandamases de la Junta, de ahora y de antes, de que hay que potenciar el aeropuerto de Sevilla. No nos oponemos. Pero no a costa del de Málaga. Pueden ser complementarios. Los hoteleros y el sector turístico en general han puesto el grito en el cielo, que es un sitio, el cielo, por el que deberían surcar los aviones de Delta caminito de Nueva York y no los gritos de nadie. El presidente de la Asociación de Agencias de Viaje de Andalucía, Sergio García, opina que la cancelación del vuelo hace daño a todos.

Sin duda, es un daño reparable. Por ejemplo, si Iberia se decidiera a enlazar Nueva York con la ciudad que nunca duerme, que es Málaga, llena de luces y museos, restaurantes y playas. Pero estos de las compañías aéreas (señor, son veinte euros más por respirar) no se enteran. No son de los que las cogen volando. O al vuelo.