No vale querer tapar el cielo con la mano, intentando consolarse con algunas miserables ventajas que de momento podrá tener España o la UE con la salida de Inglaterra. El triunfo del nacionalismo más cerrado y embustero de Johnson no hace sino agravar el de Trump y «la decadencia de Occidente». Ya lo anunció Spengler incluso antes que los nacionalismos de Mussolini, Hitler y Franco, entre otros, aceleraran esa tendencia: El internacionalismo que buscaba de alguna manera evitarlo fue traicionado por Rusia, China y otros países, convertidos también al nacionalismo más cerrado.

Ahora y aquí, para evitar nuevos y peores desastres, hemos de defender los derechos humanos de todos, combatiendo más que nunca a esos nacionalismos totalitarios que, incluso en nuestro propio país, se disfrazan de una u otra manera patriotismo, mientras que en realidad son sólo solidarios con su propia tribu de insolidarios.

Martín Sagrera.

Málaga