Ondeada, como una espiral de madera, la última pieza de unos sesenta metros que ves cómo se engarza para sumar los 270 metros de pasarela, la más larga de Europa, dicen. Miras la enorme pieza que se encaja sobre el río Guadalhorce, a la altura casi de su desembocadura. Ves esa madera mientras conduces en paralelo a su derecha en tu coche, por la autovía, de alquitrán y cemento. Es la misma sensación de cuando una bicicleta pasa por el arcén junto a un aparatoso cuatro por cuatro, de ésos que salen en las películas americanas con música country. Conociendo cómo las pasarelas y los parques terminan deteriorándose -como el parque de Mangas Verdes, también en Málaga- dudas en si se habrá resuelto bien su posterior mantenimiento. Pero, a pesar del colmillo retorcido que afecta a la bondad de tu sonrisa piensas: es una buena idea.

Guadalhorce

Pasa la vida y la pasarela por ahí arriba, pasa, igual que pasa la corriente del río (Guadalhorce, en este caso) cuando busca el mar. Y la ciudad camina indiferente allí donde la quieren llevar. La ciudad enterrada y la ciudad por enterrar. Málaga sale a la luz cada vez que se excava. Quizá sólo Cádiz, por antigüedad, dé más la cara a cada palada. La última oportunidad del edificio de los cines Astoria y Victoria está en esos restos que no se tardará en enterrar. Un parque revaluado se podría hacer con todas esas ánforas y las que salgan cuando sigan excavando, con sus cristales y su pequeño gran itinerario, con pasarelas también de madera -viva la madera- y otros materiales antiguos o modernos que le aportasen valor añadido. Un paseo por el pasado de la ciudad que resolvería la innecesaria sobrecarga de ese espacio ahora diáfano, aunque algo desequilibrado por alguna fuga trasera de perspectiva y mirada aún fea y por resolver, mínimamente.

Beirut

Pero, claro, en una ciudad donde a nadie parece importar mucho -excepto a los directamente afectados por las obras- que hayan pasado ya años con la Alameda cortada por un metro que empezó al revés, hacia el centro de la ciudad en vez de desde el centro para los barrios. Años de Málaga Beirut mientras la Málaga de los museos crecía con esa escayola puesta en los brazos. En una Málaga suficientemente indolente como para no decir Basta cuando duran cuatro años los cortes de tráfico en un sentido en calle Mármoles. En esa Málaga nadie va a evitar el mamotreto proyectado en el morro, o propiciar, al menos, que esa torre se ponga en el Bulto y que el auditorio, construido de una vez por todas, se ponga en el morro.

Torres

Ni va a evitar, parece, los edificios que multiplican la altura permitida en el plan del puerto dibujados para muelle de Heredia; no va a exigir que esos edificios se pongan en otro lado, hombre, en otro lado. Quizá más altos aún, pero al final del Guadalmedina, por ejemplo, como reclamo de la recuperación para la ciudad del torrente que históricamente la separa. Donde hay que ver madera, madera y playa. Donde haya que crecer hacia lo alto con oficinas de acero y cristal, cemento al canto, pero no tapando aquello por lo que la mirada y la ciudad respiran, aquello que somos, mar y puerto, azul y playa en el puñetero casco histórico de la ciudad. Ya quisieran muchos tener una ciudad así. Pero no la quieren quienes la quieren distinta para aprovechar su plusvalía, aunque, al final, se parezca más a algunas más.

Jaima

Pasearemos sólo por calle Larios, por donde pasean ya 40 mil personas al día, la mitad malagueñas y la otra mitad foráneas. Pelotazo de calle. Y cabrían más si no fuera por el cacharrerío que le ponen. Cuando llegó Al-Thani al Málaga también le pusimos una jaima junto al Málaga Palacio, creo recordar. Somos muy de poner cacharros. Algunos de quita y pon como la noria o la rotonda del jeque. Una rotonda, pero judicial, para Al-Thani y su familia les ha puesto la magistrada del 14 de Instrucción que ha dado la razón a la fiscalía y ha 'invitado' a los Al-Thani a salir con su gerente del club, y en su lugar ya ha designado un administrador único mientras estos recurren el fallo. Las razones se escriben con las letras de presuntos delitos que pueden llegar hasta al blanqueo de capitales. Han tenido que ser los pequeños accionistas quienes terminen, con su querella, poniendo la pasarela de salida al catarí sobre el césped de La Rosaleda. Muy malaguista.

Tiros

No había pasarela, ni de hierro ni de madera, en Monda. No había pasarela para que salieran de su esclavitud esos ucranianos que trabajaban bajo tierra, soterrados bajo un establo, fabricando cigarrillos doce horas diarias. Vivían allí dentro y allí estuvieron a punto de morir -si es que morir no era ya eso- cuando se produjo un fallo en el motor de gasoil que transportaba el aire allí abajo. También le han dado un tiro en el pecho a un hombre en Ciudad Jardín. No se sabe si fue por un intento de robo o qué pasó, pero sí que el tiro fue un tiro. Y en Málaga tiros no queremos... porque hoy es sábado.