Siempre hay un motivo que nos hace seguir, que nos impulsa y nos hace sentir que la vida merece la pena. En cada momento y en cada situación. Pero también momentos que nos hunden, situaciones que nos derrumban, oscuridad temporal y falta de aire para seguir avanzando.

Ayer hablaba con un entrenador y comentamos lo bien que estábamos nosotros en casa protegidos, con todo a mano y la disponibilidad del tiempo para no solo trabajar, sino hacer cosas que no solemos hacer, y cómo se están enfrentando a la situación el personal sanitario.

Hablo con mis amigos médicos y enfermeros haciéndome ver a través de una pantalla de teléfono la «falsa» realidad, (porque no es la realidad que ellos viven) cómo necesitan llorar cada día, la preocupación por la falta de material y el contagio, experimentan impotencia, miedo, frustración y todo aquello que hunde, paraliza y bloquea. Pero deben seguir y sienten también orgullo y alegría cada día a las 20 horas y valentía y fuerza durante 24 horas que les dura la guardia. Benditas dicotomías€

Tiempos de divisiones complementarias, de blancos y negros necesarios, haciendo que nos olvidemos de recordar la importancia de los grises, del equilibrio, de la calma y de la reflexión previa a la actuación. ¡Ni si quiera hay tiempo de calidad! ¿O sí? ¿Solo para algunos, dependiendo de cuándo, de cómo y de qué ocurra en la sociedad? ¿Y la propia naturaleza? Ya que ella nunca perdona ni espera€

Época de estar en casa, de ser capaces de cumplir con unas rutinas estrictas para no provocar el caos, para mantenerse ocupado, para mejorar el aspecto físico, para no perder las clases, para usar el teléfono infinitamente más de lo normal, para cumplir con el trabajo€ pero la pereza cumple su función cada día al no tener que cumplir un horario o coger un bus, el estado de ánimo provoca las jugarretas de verse encerrado en el mismo lugar, sin recibir el aire fresco tranquilizador, sin sentir la soledad necesaria para liberarse del mundo por unos segundos y es cuando la impaciencia y la irascibilidad provocan el caos del que estamos huyendo.

Hemos pasado del mundo de los ocupados al mundo del tiempo en su mayoría, y unos pocos importantes, del mundo del conformismo sanitario, al horror y desconcierto. Y otros pocos invisibles al reconocimiento por las necesidades básicas humanas. ¿Nos cambiará la vida a algunos?

Todos los que hacen que este mundo siga girando aun pidiendo a gritos la necesidad de parar y descansar, son aquellas profesiones estrechamente relacionadas con las necesidades básicas del ser humano.

La alimentación, la protección, la sanidad y la compañía. La empatía es la reina de esta sociedad podrida por el egoísmo y el materialismo, y la responsabilidad social su rey, agotado del egocentrismo y el protagonismo en solitario, cuánta contradicción de tales evidencias.

Para algunos se ha parado el mundo y para otros sigue girando demasiado rápido, para algunos el estar acompañado es símbolo de aburrimiento mientras otros desesperan por llegar a casa sin poder besar a sus familiares. Unos toman este tiempo como aprovechamiento y otros como vacaciones, unos ven el lado bueno de las cosas porque pueden, otros el lado malo, porque quizás no tengan hacia dónde mirar.

¿Cuáles son nuestras necesidades básicas, aquellas realmente fundamentales que nos hacen vivir de acuerdo a nuestra filosofía, estilo de vida y personalidad? Realmente no necesitamos vivir con tanta contradicción, y es la mejora de uno misma y la inteligencia emocional, lo que nos llevará a un mejor equilibrio y futuro.