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El palique

Jose María de Loma

Redactor jefe

Fronteras

Se reabrió la de Portugal. Un sitio más para hacer turismo. Un mercado más que captar. Si los hoteles bajan precios

Hay mucha gente celebrando la apertura de las fronteras entre España y Portugal. Luego, si salen de España es para irse a Francia. Siempre hemos vivido de espalda a Portugal y ya el hecho de decir esta frase tan tontona es caer en un complejo de superioridad, dado que lleva implícito que nos necesitan o que ellos son el culo. No. Portugal vive de cara al Atlántico y siempre mirando a Gran Bretaña políticamente, o sea, pasando de los pérfidos y engreídos españoles, que vamos al Algarve y nos creemos que es Huelva o Fuengirola y empezamos a cascar en español y a pegarle voces a todo o mundo. Obrigado. Todas las parejas que conozco que han ido juntas a Lisboa están ya separadas, lo cual puede ser un caso de mala suerte, mala suerte lisboeta, o una estadística digna de estudio. Yo cuando voy a Lisboa me impregno de su melancolía, pero al llegar a la frontera la dejo allí y ya me vuelvo bullanguero y me pido una cerveza y tarareo unas sevillanas, no vaya a ser que me entren una terrible tristeza, cosa poco probable dado que en ningún bar de España ponen fados. Durante varios veranos fui al sur de Portugal y tengo esas épocas como las mejores de mi vida. Ayer Sánchez y el Rey se llegaron a la frontera a darle solemnidad a la cosa pero hubo gente que empezó a gritar «viva la República». Felipe se sintió algo incómodo, pero seguro que un asesor le dijo que eran gritos a la república de Portugal, donde lo más cerca que han visto a un rey es en Estoril, lugar propicio para que los monarcas españoles reinen en el casino.

Hay que ir mucho a Portugal, país bendito, y lograr que los portugueses vengan a España, que tenemos los hoteles vacíos. Están tan vacíos que no hay nadie para bajar los precios. Verás tú cuando aterricen en la realidad. Yo me iría a un cinco estrellas a precio de cuatro pero parece que la estrella de este verano va a ser la cerveza fría de la nevera tomada en el salón de uno, tal vez viendo reportajes sobre Portugal en la televisión.

«Si todos cumplimos las reglas vamos a salir juntos de esta crisis, mejor que separados», ha dicho Antonio Costa, que es un fino estilista y un elegante socialdemócrata. Esa apelación a la unidad es un iberismo saludable, alejado de ese disgregador becerrismo tan español que siempre trabaja con denuedo por potenciar lo que nos separa. Las fronteras son un mal invento y ayer cayó una. Brindemos.

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