Todavía no. Es cierto que empiezan a despertar algunos de los que creían a pie juntillas cuanto pronunciaban sus ídolos, en nuestro caso, la bicefalia de nuestro gobierno, uno de ellos dotado de una seductora locuacidad, Pedro el obseso, y el otro un perfecto charlatán de feria, enviado especial de Maduro a España. Ambos saben aquello que dijo Mark Twain, «Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos de que han sido engañados».

Y digo que aún no hemos acabado con los fanáticos borregos, ya que la debacle de esa izquierda radical en las elecciones celebradas el domingo, no han logrado poner fin a esa especie que arrastran tras de sí y que siguen sin percibir aquello que dijo Quevedo, «Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir». Los hechos confirman esta frase y, si abrimos los ojos, nos damos cuenta de ello.

No podemos ignorar lo que pasa en nuestro derredor ni tomar una actitud pasiva frente a la gravedad de nuestro devenir. Los hitos de índole moral e ideológicos, están condenados a lo peor y nosotros aquí, impasibles, como si todo fuera sobre ruedas. No procedas como decía F. Franco: «Haga como yo, no se meta en política», pues tenemos que solucionar nuestro porvenir, ya que los perversos políticos y gobernantes que sufrimos, no harán nada en nuestro favor. Aunque sea difícil, hay que convencer a los borregos de que les están engañando y que no pueden «tragarse» todo lo que les cuenten.

Pablo D. Escolar.

Málaga