Hubo un tiempo, ya tan lejano que es necesario recurrir a la memoria histórica, para recordar aquellos veranos de la Costa del Sol, en especial de Marbella, en los que se vivía de fiesta en fiesta, enganchando madrugadas con atardeceres, con la chispa de la cocaína en narices húmedas y quebradas, con sueños rotos y llamadas al sosiego, a la paz interior de Monseñor Buxarrais, con desaforados ataques a la jet-set y, por otro lado, con Alfonso Gerra excumulgando a los socialistas de tomo y lomo que habían hecho de la noche marbellí y su habitat natural, apostando Guerra, el sabueso, por un socialismo de botijo y alpargatas.

Años irreversibles donde te encontrabas un ministro que en noche de atracción de Perseidas, como si no lee fuera la cosa, con lápiz en mano, convertía zona rústica en urbana, con un simpe trazo mientras alzaba copa de Möet Chandon. Compro metro cuadrado a cinco pelas (pesetas, entonces) para revenderlos a quinientas pelas. Negocio redondo, multimillonario y con alcaldes, alcaldesas y concejales de urbanismo que se hacían de su capa un sayo, (Inciso: Fui testigo privilegiado de devorar caviar beluga, de grano gordo, cerca de los 3,5 mms. de centímetro con cuchara sopera en operación urbanística, que luego fracasó), mandando hasta en la sopa, con personajes como Monseñor don Rodrigo (Bocanegra) que escuchaba en confesión a doña Collares, la esposa del dictador Franco, y que tenía que aguantar (lee iba en el cargo)r los considerables y monumentales cabreos del yerno de Franco, Cristóbal Martínez Bordiú, por un quítame estas pajas. O rendir pleitesía a quienes manejaba en la noche, al cierre de la bolsa de Wall Street, los petrodólares como moneda de cambio y compra de voluntades y miserias. Años donde prebostes histriónicos como Alfonso de Hohenlohe, la princesa Gunila, el Gunilón, los Choris y el imprescindible Jaime de Mora y Aragón (de profesión, sus deudas) sentaban sus reales en noches eternas donde se estremecían las estrellas con el manifiesto estado de humillación y acatamiento a los prebostes franquistas que habían sentado sus reales en Marbella y con ellos, toda una cohorte de periodistas, que daban hasta su virginidad (algoi fácil, por otra parte) por coger a Miguel Boyer en brazos de Isabel Preisler o montar el cirio si se daban de bruces con el silencioso y escurridizo (como anguila) Javier Arenas, dichoso en sus enamoramientos, siempre con mujeres de su alcurnia política y con poder y mando en plaza.

Ahora este verano es plano, sin estridencias, ni escarceos eróticos. Que sea noticia Taburete por su dudoso valor musical, pero sí para pedir limpiar de mascarillas de las caras, o que el ínclito y nunca bien ponderado Julio Iglesias se recupere de su permanente estado de ansiedad sexual porque ya no carbura como antes o que Antonio Banderas, la única y digna bandera, se recluya por el Clovid 19, y se dedique a pensar y tomar fuerzas por lo que está por venir, nos habla de una Costa del Sol que muere en sus laureles (a Dios gracias).

Y en este verano de tierra quemada (leer, por favor Intemperie de Jesús Carrasco) hay quien da la nota; va en sus genes. Y así tenemos a Bendodo, con pose u ojeras de estar trabajando a destajo (24 horas sobre 24 horas), con la nariz húmeda de tanto olisquear la herencia socialista (Susana Díaz en la diana) y en su especialidad más reconocida, valorada entre su fieles huestes, Montesinos incluido, suelta una pedorreta y poner a caer de un burro a cualquier socialista que se le atraviese por el camino se ha convertido en la travesura del travieso Bendodo, alma y corazón de este PP andaluz, que alimentan los fieles lebreles de Vox.

Con todas estas movidas y las que están por venir, los socialistas andaluces ven como pasa, sin loor ni gloria mediática, el recurso presentado ante el Supremo contra el "fondo y la forma" del decreto simplificación administrativa de la Junta, por considerar que es un fraude normativo y parlamentario; un fraude jurídico y político. Moreno Bonilla lee ha sacado gusto al decreto-ley, decretado en verano, con nocturnidad y alevosía, al amparo del pesado manto periodístico de la pandemia, tal y como ha proclamado el socialista Jiménez Barrios.

Y en este verano caluroso, de tormentas en seco, con rayos y truenos, la derecha mediática, cada vez más ultra por influencias "indas", ha saltado a la yugular Pablo Iglesias, sumándose el PP en alborozada algarabía porque si por derecho no puede minar la fuerza y credibilidad de Pedro Sánchez puede probar por supuesta financiación irregular de Podemos, socio de Gobierno. Ya es sabido que si hay partido que de esto tiene un doctorado es el PP de Aznar, Rajoy y Casado.