El Gobierno perdió una votación en el Congreso y el remanente de los ayuntamientos no será aplicado a echar una mano en la calamitosa situación en la que estamos debido al coronavirus. Nada que no se pueda arreglar si como ha dicho Joan Baldoví (diputado por Compromís) se explica con mayor profundidad su aplicación y cuál es o sería el valor añadido para los ayuntamientos. Y es de entender, con lo que le está cayendo en el sombrajo del PP, salga a la palestra don Pablo Casado Blanco para poner de chupa dómine al Gobierno, a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias. El PP, en aras a una suicida oposición, utiliza este asunto tan necesario para aliviar las cuentas del Estado e insuflar liquidez a los ayuntamientos (5.000 millones de euros) para seguir minando la credibilidad del Gobierno, pero sin hacer una propuesta mejor.

Es lo que toca. Y, por lo que se sabe, irá a más. Cualquier error del Gobierno y de sus socios será magnificado como mejor camino para echar tierra o apagar el voraz fuego que consume al PP, acosado por tierra y mar por la gangrena de la corrupción con la llamada Operación Kitchen que, a tenor de lo sabido en el sumario abierto por el juez García-Castellón, apunta muy alto, posiblemente hasta el expresidente Mariano Rajoy. Este es un asunto muy grave porque el espionaje a la mujer de Bárcenas, 'La rubia' en su argot, se ha pagado con dineros del Estado, o sea, del tuyo y del mío, sin pudor, con descaro y tanta sinvergüenza que sonroja hasta al propio John Le Carré, a todas luces incapaz de inventarse un guion como el que nos ofrecen los personajes claves de quienes usaron las cloacas del Estado con el objetivo de obtener información del extesorero del PP, Luis Bárcenas, que pudiera comprometer a altos dirigentes del partido, o sea, protegiendo a cargos relevantes del PP boicoteando una investigación judicial con financiación irregular y poniendo al servicio de la operación nada menos que a 71 policías, dedicados a espiar sin la correspondiente autorización judicial.

Don Pablo Casado Blanco, que era entonces vicesecretario de Comunicación del PP, tendrá que dar, quiera o no, muchas explicaciones sobre unos hechos que, una vez más, dejan profunda huella en el PP que se levanta corrupto y se acuesta de igual modo. Desconocer que detrás de la Operación Kitchen se esconde o asoma la financiación irregular del PP y que la cúpula del Ministerio de Interior estaba implicada hasta las cachas pone de manifiesto la existencia de una peligrosa trama que como tiene dicho Le Carré, la realidad supera la ficción. Por tener, hasta aparece un cura, novelesco en su quehacer y en el confesionario que responde al nombre de don Silverio. Otro cura, éste ficticio, está en la cárcel, como Villarejo, personaje que supera con creces a cualquiera de los que inventa Le Carré en 'El Topo' o en 'El Espía que surgió del frío'. El día que Villarejo y Bárcenas suelten la espita o abran el incontenible dique de su verborrea, lo dicho, Le Carré se quedaría en pañales. Y no hablemos ya de los cualificados motes, incapaz de ser superados por otro gran autor de novela negra como es el malagueño Juan Madrid. Guion perfecto para película por venir. Benito Zambrano o Alberto Rodríguez ('Grupo 7', 'El hombre de las mil caras', 'La isla mínima'), tienen la palabra.

Lo que no llego a entender es cómo Francisco Martínez, número dos del Ministerio de Interior, de gran inteligencia como demuestra su expediente, aceptara poner en marcha lo que, a todas luces estaba fuera de ley, usaba las cloacas del Estado y se dejara embaucar por quienes la Fiscalía Anticorrupción ha pedido su imputación, Jorge Fernández Díaz, María Dolores de Cospedal y de su marido, Ignacio López del Hierro, que debe ser la releche a tenor del mote policial, 'El polla'. Hay miedo en el seno del PP por lo que pueda largar Francisco Martínez en la comisión parlamentaria a la que será llamado Mariano Rajoy y, como es normal, don Pablo Casado Blanco. El expresidente ya ha filtrado que todo el montaje fue preparado por Martínez quien al saberse abandonado por su partido parece puede largar, con gran preocupación en la cúpula del PP, con Casado, don Pablo, en silencio cómplice, incapaz de depurar responsabilidades, empezando por María Dolores de Cospedal, que le allanó el camino para acceder a la secretaría general del PP, partido que lleva una década pendiente de los tribunales de justicia, que desató la moción de censura, con la caída de Rajoy, por una sentencia judicial y que tiene abierto un frente judicial, con la Púnica en el horizonte, que puede desembocar en una necesaria refundación del PP y así enterrar una historia de corrupción que corroe las entrañas del Partido Popular, lo quiera o no don Pablo Casado Blanco.