Opinión | Tribuna

La fe y la ciencia se dan la mano

Cualquiera que esté al día en el tema teológico de la trascendencia y haya sentido curiosidad por su posible base científica se habrá percatado de que cada vez hay más autores que admiten la conexión fe-ciencia, sobre todo a partir del estudio del cardiólogo holandés Pim Van Lom- mel en su libro ‘Consciencia más allá de la vida’ sobre numerosos casos de ECM.

Basado en teorías de mecánica cuántica, el científico Penrose plantea que la conciencia no se puede localizar en el cerebro pues éste puede posibilitar pero no producir la experiencia de una realidad subjetiva; y otros, como Sherrington o Eccles opinan que la conciencia no es un subproducto del cerebro. De ahí que muchos pacientes experimenten situaciones de ECM, en un paro cardíaco, al borde de la muerte, cuando sabemos que el cerebro carece de flujo sanguíneo.

Pero demos un paso más: según la física cuántica, todo está interconectado y la conciencia es un ente no local, infinita y que trasciende a la muerte, pudiendo incluso ubicarse en distintos lugares y, al estar formada no por partículas de masa sino de energía, se difunde y expande por ondas, capaces de traspasar la materia física, lo que explicaría, según algunos científicos, las apariciones (de Jesús, la Virgen, etc.) ya que, como he indicado, la conciencia sobrevive a la muerte e incluso permitiría la comunicación con personas en la tierra. Esta conciencia se podría fundir con la misma divinidad, lo que ya nos introduciría en el campo teológico.

El descubrimiento de la Física cuántica, basada en partículas subatómicas sin masa pero con energía permitiría su propagación como ondas que posibilitaría la subsistencia de la conciencia tras la muerte y explicaría, por ejemplo, la aparición de Jesús a los apóstoles traspasando las puertas cerradas, como señala el matemático José Luis Solano. Y ya, para concluir, citaré algunos de los muchos libros sobre el particular: ‘Experiencias cercanas a la muerte’ de Penny Sartori, ‘¿Somos inmortales?’, de Anthony Peake, ‘Saludos desde el cielo’, de Guggenheim, ‘Física atómica y conocimiento humano’, de N.Bohr, ‘La mente más allá de la muerte’, de P. Rinpoché, ‘Mecánica cuántica’. de B. G. Levich, ‘La otra dimensión’, de Ruiz de la Peña, etc. Conclusión: La conciencia (=alma o espíritu) permanece fuera del cerebro tras la muerte y asciende a los universos infinitos, fuera del espacio y el tiempo. He aquí cómo la fe y la ciencia no están tan alejadas como podría parecer.