Las conciencias

La Semana Mayor lo inunda todo. La gente deambula en un trasiego constante por las calles del Centro Histórico entretejidas por olores a incienso; una cromática primaveral fresca encalada por la muchedumbre; el excelso patrimonio artístico de las cofradías y la fe: emociones convergentes en estos días reflexivos las cuales perfilan a Málaga en un proscenio apropiado para reflexionar sobre la conciencia. Envuelto entre el gentío; rodeado de entes anónimos a quienes contemplo y examino como personajes de sus propias ficciones; revestido de miradas curiosas y perspicaces en una de las esquinas del Puente de la Aurora, contemplo un fluir de conciencias cautivadas por sus creencias heredadas. En ese lugar pienso sobre el alma y me cuestiono ¿Qué es la conciencia? Ésta, según los versados, supone el conocimiento que poseemos de nosotros mismos y del mundo tangible habitado. Gravita en la capacidad de percepción macerada directamente a través de los sentidos y de los recuerdos acopiados en la memoria. No es materia ni energía, es un estado mental subjetivo e incesante donde la lucidez y la claridad afloran para comprender y enjuiciar éticamente la realidad y nuestros actos frente a ella. Se transmuta en una sensibilidad adherida la cual delimita lo que está bien de la malignidad, esto es, la aplicación del juicio de nuestras acciones desde una perspectiva moral.

Hoy, Miércoles Santo, 5 de abril, concurrentemente se celebra el Día Internacional de la Conciencia «como vía para movilizar periódicamente los esfuerzos de la comunidad internacional con miras a promover la paz, la tolerancia, la inclusión y la solidaridad». Con la utopía como compañera de este viaje, me sumerjo de nuevo entre la multitud para poder vislumbrar a la conciencia desde cerca. Buena semana para hablar con la nuestra.