Notas de domingo

Cuando ser intrépido es hortera

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Lunes. Dice Manuel Vicent que ser intrépido en el mar es de horteras. Que cuando navegas, bajo tu quilla, a solo unos metros, está el abismo. Así que más vale ser precavido. Siéndolo es como la mar te respeta. Vicent comisaría la exposición de Sorolla en Madrid. Vicent escribe columnas luminosas, sensoriales y mediterráneas, que son como lienzos de Sorolla comprimidos en un rectáculo vertical de página de periódico. Por las columnas de Vicent se navega en calma, recibiendo aire fresco e inédito, ráfagas de imaginacion y briznas de placer. El Mediterráneo que yo navego es el que va de Marbella a Málaga, con base en Fuengirola, donde a veces el capitán Javier García León, fino comentarista de la actualidad en este periódico, en radio y televisión, me da asilo en su velero y así surcamos esta Costa del Sol de nuestras entretelas. Normalmente él va pensando en gobernar la nave y yo me encargo de los selfies, de agotar la cerveza y de pensar en el arroz que habremos encargado en el Club Náutico. Quiero ir a ver la exposición de Sorolla, que presenta también cuadros casi nunca expuestos, hacerme con el catálogo escrito por Vicent e ir luego a la Delfina, en Serrano, a tomar el aperitivo para comer después en La gloria de Montera. Por ejemplo. El mar en Madrid se puede ver en sueños, en el hielo de un vaso, en la imaginación o en los ojos de alguien. Y total, en dos horas y media estás aquí. O allí. La vida es planear excursiones. Planear es ya una buena excursión en sí misma.

Martes. Cómo escribir algo original sobre el tiempo. Rafael sopla las velas con gran entusiasmo. Comemos palmeras («ya no se llevan las tartas») y un instante de esta fecha mágica queda atrapado en el móvil. Nueve años. No parece que fue ayer. Pero desde luego se asemeja a lo inverosímil este rápido discurrir de las cosas. Hay en la casa a la tarde alboroto, risas, ruido de platos. La tarde tiene un color anaranjado. Silbo. Pospongo la lechuga para otra noche.

Miércoles. Me comunican que he ganado el Premio de Narrativa Erótica La Mort Subite convocado por la editorial Jákara recogiendo el espíritu de la mítica colección La sonrisa vertical, que entre otros alentó Berlanga. La alegría es máxima. Y la excitación. Me estreno en el género. Muchos amigos me preguntan si lo narrado es pura imaginación o no. El libro saldrá en unos días y el próximo sábado se presenta en la Feria del Libro de Málaga. Me entran ganas de besar al jurado, nada menos que José Infante, uno de los mejores poetas de España, premio Adonáis; Ana Cabello, Jesús Gallego, José Antonio Sau, Paco Olalla. Y también a Juan Gaitán, que recibe el premio con esa alegría de los amigos de verdad y que tanto ha hecho por su difusión. No sé cómo de dispuestos estarían a recibir besos de un escritor erótico. Perdonen esta entrada, este párrafo un tanto onanista, pero ya que estamos erotizados venía bien.

Viernes. Calorazo en Sevilla, que está ya de ambiente cachondo jocoso con la Feria en puertas. Paso por la portada del recinto y fantaseo con bajarme del taxi y pasearme por la Feria que aún no es Feria y por la que deambulan operarios, curiosos, repartidores y hasta una señora vestida de lunares. O dos. Plató. Luego, maquilladito, me doy un voltio por Triana antes de coger el tren de vuelta. A la tarde, José Antonio Mesa Toré, director del Centro Cultural de la Generación del 27, poeta, nos guía antes de un acto literario por la imprenta mítica de Prados y Altolaguirre, de Litoral. Siente uno una magia especial. Huele a tinta, a tipografía, a versos. Máquinas antiguas que funcionan a la perfección. El aroma de la historia literaria. Me acuerdo de mi abuelo Pepe, que fue linotipista y bregó con maquinas parecidas. Me entran muchas ganas de ponerme a escribir. O a imprimir. Con la noche no muy avanzada, las tascas de Álamos Carretería le tientan a uno, ya al fin desocupado. Y sediento.

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