Cartas de los lectores
Mar Sánchez Ramos
Modelos familiares
No se descubre precisamente la pólvora al decir que desde el instante en el que los seres humanos llegan a este mundo, en todas las circunstancias de sus vidas -prácticamente- tienen a sus padres como verdaderos modelos familiares.
Porque, al ser ambos sus «arquetipos» de comportamiento -por regla general- aprenden los niños mediante su observación e imitación, tratando de seguir a rajatabla cada mínimo detalle de sus conductas, observando el modo que se relacionan entre sí y con los demás, «copiando» como encauzan su afectividad, ya que ¡ojo¡ los mayores encarnan una serie de valores importantes tanto para su desarrollo personal como para su bienestar emocional.
Y es que, si bien otros determinados adultos pueden ser también a lo largo de sus vidas y en unos determinados momentos sus «referencias» o «ejemplos», lo que está más claro que la sopa de un asilo es que la influencia ejercida por los padres y madres resulta -indiscutiblemente- la de más calado, hasta el punto de condicionar persistentemente su evolución en ese periodo de tiempo tan crucial como es la época infantil.