TRIBUNA

¿Comprometidos con el medio ambiente?

¿Comprometidos con el medio ambiente?

¿Comprometidos con el medio ambiente? / Trinidad Salcedo

Trinidad Salcedo

Trinidad Salcedo

Hoy, 5 de junio, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Podría parecer otro día más para acordarnos del medio ambiente un rato, sensibilizar un poco y a otra cosa. Y es que contamos con 1.024 días internacionales y mundiales para recordarnos que existen los hijos, madres, padres, abuelos, mujeres, abrazos...hasta el día de la Nata Montada ( 5 de enero).

Esto supone 2,8 eventos por día del año, aunque obviamente la importancia de recordar, sensibilizar y reivindicar no es la misma para unos eventos u otros; no podemos comparar la violencia de género, derechos LGTBI+, laborales, de la infancia, etc., con otras banalidades como la ya citada.

El 5 de junio es uno de estos días mundiales que, sin restar importancia a los que nos recuerdan penosas realidades sociales, nos tiene que impulsar de verdad a defender nuestro medio ambiente, nuestros entornos y ecosistemas, porque están en estado crítico y porque los necesitamos a vida o muerte.

Muchas son las realidades que atacan a diario a nuestro maltrecho planeta tierra, la primera nuestra propia sociedad que nos aboca a unos usos y costumbres incompatibles, en muchos casos, con la supervivencia del planeta. «Nuestra sociedad es un buen proyecto para el mal», parafraseando a Víctor Manuel. Este individualismo que nos han vendido como solución a nuestros problemas, no deja de ser un sálvese el que pueda mientras el bien común queda relegado al último plano, sino anulado.

La conciencia social sobre el medio ambiente no solo depende de cada uno, también de nuestros gobiernos, de las políticas medioambientales que adoptan, de la pedagogía social que fomentan desde la enseñanza, de los mensajes subliminales que nos trasmiten en sus discursos. Sirva como ejemplo la señora Ayuso y su ocurrencia, no baladí, en la última campaña de las municipales, «Un geranio en cada balcón de Madrid», con la que transmite su total desprecio y ridiculización de los verdaderos problemas medioambientales.

En nuestra comunidad autónoma tenemos otro claro ejemplo de este desprecio, y casualmente, son bonachones de la misma cuerda los que anteponen un puñado de votos o una suculenta mordida de un proyecto turístico, aunque nos lleve a un desastre ecológico garantizado. Como bien supondrá el lector, hablo de Doñana. Aunque también tengo que contarles, que nuestro Bueno Bonilla tiene un proyecto mega turístico para el maltrecho Parque Natural de Sierra Nevada, el cual cada vez tiene menos nieve a consecuencia de un cambio climático, que ya es una realidad presente e indiscutible.

Otra tétrica realidad, más cercana, la tenemos en nuestra cuenca Mediterránea (Málaga, Granada y Almería), donde la extensión de regadíos ha aumentado en el periodo 2009-2018 hasta el equivalente de 2,5 veces el tamaño de nuestra querida ciudad, algo insostenible según los técnicos y patente en el penoso estado del Pantano de la Viñuela.

Hay sequía, dicen los técnicos, pero con una buena gestión hídrica no tiene que haber escasez de agua. ¿Dónde está esa gestión? La sequía es la crónica de una muerte anunciada, ante la cual nuestros gobernantes llevan años mirando para otro lado y rezando a la virgen para que llueva.

El incuestionable cambio climático parece para algunos de nuestros dirigentes algo incómodo, dado que no genera dinero e incluso impide actuaciones económicamente muy suculentas para ciertos sectores, así como la garantía de que esa minoría favorecida les votará en las próximas elecciones.

Sí, estimado lector, las políticas medioambientales no son populares, más bien suponen ese engorro que hay que burlar para conseguir el proyecto que le interesa a Don Dinero hoy. Y mañana que se apañen otros. Pero «mañana» ya ha llegado.

Necesitamos ciudades sostenibles, habitables, respirables. Sepan ustedes que Málaga es la ciudad con menos zonas verdes por habitante, que nuestro aire no está más contaminado gracias a la acción del mar, pero todo llegará y nuestro déficit en zonas verdes no se arregla con una Expo 2027 Ciudad Sostenible: nos hace falta una transformación profunda en el modelo de ciudad y de desarrollo urbanístico.

No tenemos otro planeta, por el bien común y el futuro inmediato que legamos a nuestros hijos, tenemos la obligación, la responsabilidad individual y colectiva de exigir a nuestros gobernantes políticas medioambientales que eviten que acabemos viviendo en un desierto inhabitable y ruinoso.

Es por eso, que este 5 de junio va mucho más allá de un día de reivindicación, de concienciación individual y colectiva. Nuestro planeta necesita algo más que nuestro compromiso al reciclar, al usar tecnologías sostenibles, al comprar y consumir con conciencia de economía circular y demás granos de arena que podemos aportar.

Nuestra tierra necesita nuestro mayor compromiso al votar que como sociedad, elegimos y exigimos a unos gobernantes cuyo ADN lleve un sello de calidad medioambiental. Ese voto, mi querido lector, solo depende de cada cual. Pero en el futuro resultante viviremos todos y todas.

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