El ojo crítico

El día que nunca terminó

El día que nunca terminó

El día que nunca terminó / Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Hace unos días se cumplieron 50 años de la muerte de Salvador Allende, presidente de Chile en 1973 y víctima del golpe de Estado liderado por militares que traicionaron su juramento de lealtad al pueblo chileno y a la democracia. Durante todos estos años la figura de Allende se ha ido agrandando a tenor de las investigaciones que se han realizado sobre el propio golpe de Estado, los acontecimientos que se produjeron el 11 de septiembre de 1973 así como de los prolegómenos y la trama civil. Pero al mismo tiempo que se ha desgranado la verdad sobre la miserable actitud de los generales que juraron y perjuraron al propio Allende su devota lealtad y por supuesto sobre todas las atrocidades que cometieron, me refiero a los asesinatos y las salvajes torturas de todo tipo, los historiadores han ahondado en el apoyo civil que recibieron los militares golpistas. Y este último aspecto creo que es la clave del resurgimiento que el pinotechismo está teniendo en los últimos años en parte de la sociedad chilena mientras al mismo tiempo se ha tratado de mancillar el recuerdo de Salvador Allende, que decidió quitarse la vida antes de que los militares le utilizaran para mancillar la democracia.

Especial referencia hay que hacer a la intervención de la administración de EEUU en el golpe de Estado de Chile de septiembre de 1973. El entonces presidente Nixon y su Asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, apoyaron el golpe de Estado y a la Junta Militar, pero casi desde el mismo día en que Salvador Allende tomó posesión de su cargo hicieron todo lo posible para crear una situación de caos en el país que ayudara a subrayar la idea en la sociedad chilena de que la única salida posible era derrocar a un presidente elegido democráticamente por las urnas e instaurar una dictadura militar. La intervención de la CIA resultó decisiva, comprando voluntades dentro del ejército y pagando a agitadores y matones que sembraron el país de atentados y disturbios. La huelga de los camioneros se sabe que fue subvencionada por EEUU en un país en el que este medio de transporte de mercancías era decisivo. El socialismo democrático de Allende era el mismo que la socialdemocracia europea, sistema político que sacó a Europa de la pobreza y la miseria después de la Segunda Guerra Mundial. Las medidas que impulsó el Gobierno de Allende eran las mínimas y estrictamente imprescindibles que un Estado podía poner en marcha para dejar de ser una plutocracia, es decir, un país dirigido por un grupo de familias acaudaladas y enriquecidas gracias a la miseria de la población que colocaban al presidente a su antojo para así poder perpetuar su poder económico y social. A lo que había que añadir unas élites militares al servicio de los poderosos que a cambio les dejaban participar en los bailes de sociedad y hacerles creer que pertenecían a la clase privilegiada.

El nuevo libro del alicantino Mario Amorós, historiador y periodista, de reciente publicación, es un excelente medio para entender la obra de Salvador Allende. Me refiero a Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana (Capitán Swing Libros, 2023) en el que el autor traza la vida personal, política y familiar de Salvador Allende así como el estudio de las causas del golpe de Estado. Lo militares fueron los ejecutores de la infamia golpista y autores materiales de los asesinatos y torturas masivas, pero también hubo una trama civil implicada que deseaba acabar con los aires de libertad y justicia social que el Gobierno de Salvador Allende trajo consigo.

Para conocer la obra y vida de Salvador Allende creo que resulta de especial importancia la lectura de los dos libros publicados por Oscar Soto Guzmán , que fue médico y amigo del presidente chileno. Oscar Soto, al que he podido conocer y tratar gracias a la amistad que mantuvo con mi padre, Miguel Ull Laita, también médico, estuvo con Allende el fatídico día del asalto al Palacio de la Moneda por los militares fascistas y le acompañó en los meses previos a las elecciones democráticas que le convirtieron en presidente de Chile. El primero de estos libros lleva como título El último día de Salvador Allende (RBA, 1998), un relato pormenorizado de las semanas previas al golpe, de la actitud de la derecha chilena que se decía democrática y de las personas que se encontraban en la Moneda el día 11 de septiembre. El lector lo lee como si viviese en uno de esos sueños de los que quiere salir cuanto antes para volver a vivir en la realidad. Pero aquel día nunca terminó. El segundo libro del doctor Soto, Allende en el recuerdo ( Silex ediciones, 2013) ahonda en su recuerdo y explica los últimos acontecimientos rebelados sobre Allende. En su discurso del doctor Soto con ocasión del entierro de Allende en 2011 dijo lo siguiente: «la memoria es la verdad y hay que limpiar el pasado con la verdad».

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