Arte-Fastos

Peligros de la ciudad

Neighbors and street people, de Paco Sanguino.

Neighbors and street people, de Paco Sanguino. / Hotel Lima

José Manuel Sanjuán

José Manuel Sanjuán

Superada (en teoría) la amenaza de la Covid-19 y sus efectos apocalípticos, retornan o se rediseñan nuevos espacios artísticos con el afán de revertir la tendencia negativa provocada por la pandemia, que asoló el mercado del arte (se estima que las ventas en España cayeron un 37% en 2020). Sin ser nueva la idea, los hoteles vuelven a reservar zonas para exposición y venta de arte, preferentemente contemporáneo. Y en esta tendencia se incluyen varios establecimientos de la Costa del Sol, como el hotel Lima, en Marbella, que, tras una profunda remodelación, reabre sus puertas el 1 de julio de 2020 (recién finalizado el Estado de Alarma) y dedica un espacio ex profeso para fondos propios y nuevas adquisiciones. Ese espacio estratégico alberga desde ahora el ciclo «Lima Contemporánea»: un programa expositivo de doce artistas relevantes en el panorama nacional. Una iniciativa de carácter anual, comisariada por el artista Paco Sanguino y promovida por la directora, Celia Lima, con ánimo de ofrecer un modelo de hospitalidad basado en «la interrelación entre artista, viajero, vecino y discurso plástico».

La primera de estas individuales muestra el trabajo reciente de Paco Sanguino (Sevilla, 1962) titulado Neighbors and Street People (Vecinos y gente de la calle); 17 obras en óleo sobre lienzo o papel, creadas a lo largo de 2022 y 2023. El argumento incide en la búsqueda (como ya hiciera en su anterior exposición, «La casa del loco») de aquellos destellos de la condición humana en situaciones extremas u opuestas; una cartografía ontológica que prosigue el postulado de Hannah Arendt por el que mediante la acción y el discurso «los hombres muestran quienes son y revelan su única y personal identidad». Pero esta acción se transforma en pasividad, indolencia casi, en un friso de interiores hogareños o laborales de apariencia inocua: seres que muestran sus sueños, no sabemos si rotos o alcanzables (Neighbors I y II), o actitudes complacientes ante un futuro gris (de ahí el colorido, premonitorio) y alienado (Neighbors IV, V y VIII).

Advertía L. Meidner en sus «Instrucciones para pintar la gran ciudad» –ya en 1914- que «la calle no está hecha de valores tonales, sino de masas cromáticas amenazadoras, informes». Y en este escenario de luces rutilantes y sombras envolventes sitúa el pintor a jóvenes solitarios, temerosos, o quizá inadaptados, que huyen de peligros ciertos o inminentes (Neighbors and street people I y II) o de sí mismos (III y IV), en una alocada carrera hacia ningún lugar. Un dilema angustioso fruto de la anomia que se extiende entre los habitantes de la urbe (ya lo anunció Emile Durkheim) y la constatación de la metrópoli como espacio generador de conflictos sociales y psicológicos. Mediante una figuración clara y de gran factura técnica, Paco Sanguino nos recuerda, una vez más, los riesgos de la ciudad; esos que acechan tras neones y luminarias.