Tierra de nadie

En una de esas

Juan José Millás

Juan José Millás

Lo que caracteriza al paseo es la ausencia de objetivo: no se va a ningún sitio. Se sale a caminar para salir a caminar del mismo modo que se sale en la tele para salir en la tele. Hay asuntos que se agotan en sí mismos. Ello no significa que carezcan de interés: sobre el paseo, por ejemplo, se ha escrito mucho, muchísimo. Y sobre la tele se escribe todos los días en la prensa. Lo más común es que el paseante profesional disponga de dos o tres rutas de las que cada día escogerá aquella que mejor se ajuste a su estado de ánimo. Personalmente, o bien voy a un parque que queda cerca de casa o bien doy una vuelta por el barrio. A veces, confecciono un híbrido de parque y barrio. No diremos que caminar al aire libre sea lo mismo que hacerlo sobre una cinta mecánica, pero lo cierto es que los paisajes, tanto fuera como dentro del gimnasio, son siempre los mismos.

Ocurre algo parecido con la tele. Uno se mueve solo entre cinco o seis canales que escoge en función de sus gustos. Y jamás sale de ellos porque las posibilidades son las que son. En ocasiones, fantaseo con la posibilidad de que entre el canal uno y el dos de TVE hubiera un uno y medio, igual que sucedía en Cómo ser John Malkovich, aquella película de Spike Jonze donde había unas oficinas situadas entre dos pisos. No negaré que zapeo con la esperanza de dar con una emisora sin cartografiar del mismo modo que paseo por mi barrio con la ilusión de tropezar con una calle que nadie haya descubierto antes que yo. Me meto por lugares inverosímiles en busca de esa calle metafísica que me saque, siquiera por unos instantes, de este perro mundo.

Vivimos dentro de circuitos callejeros e intelectuales predeterminados como el preso vive en el interior de una prisión. La mayoría de la gente realiza cada día idénticos recorridos de carácter físico y mental. La monotonía tranquiliza, pero mata la creatividad. Conviene buscar el modo de que la calle de todos los días sea hoy diferente y de que nuestro pensamiento acerca de esa calle no se parezca al de ayer en absoluto. Para lograrlo, no queda otro remedio que zapear con furia y caminar con furia y meditar con furia y sacar al perro que llevamos dentro con furia. En una de esas, entramos en otra dimensión.

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