Pasando la Cadena

No me llames Dolores, llámame Lola

De pequeños no decíamos jugar al fútbol, sino algo más sencillo y natural: jugábamos a la pelot

Miguel Ángel Gil Marín.

Miguel Ángel Gil Marín. / Atlético de Madrid

De Concha Piquer a Pastora y de Lola Flores a Lola de España, ese nombre tan hermoso como español resume a la perfección el doble sentido de tantas palabras castellanas. Hasta nuestra pícara ironía nutre sus sabrosas alforjas de esos dobles sentidos verbales y no verbales tan nuestros para confundir hasta las intenciones. Y el fútbol no iba a ser menos.

De pequeños no decíamos jugar al fútbol, sino algo más sencillo y natural: jugábamos a la pelota. Y con ese amplio abanico nos quitábamos calores, divertimentos y sudores. ¿Y qué era jugar a la pelota? Pues combinar entre varios, chutar a una portería de dos piedras o a una puerta amplia de cochera, por ejemplo, y jugar unos contra otros en cuanto hubiera cuatro o más. Al final, como en el fútbol actual y el de siempre, ganaba quien metía más goles.

Así que ahora los del Madrid, Barça o Atlético, como el resto de equipos y los zagales de siempre, juegan a la pelota. Y como tal juego, a los de Simeone le metieron más los de García Pimienta y los de Xavi le mojaron la oreja a los de Imanol con un gol de última hora; la hora feliz de tantos. El minuto noventa y ramos se ha desvaído con el apelativo de otros. El canterano culé y uruguayo Araujo no es nuevo en estos milagros peloteros, recordándonos al lejano central delantero centro que reinventara Cruyff con Alexanco. Porque inventado ya estaba y será un fácil recurso siempre. Un tipo alto y poderoso que juega a impedirlos como defensa central y cuando tocan a rebato adelanta líneas para horadar porterías a cabezazos.

La pena es que, a veces, pagan el pato futbolistas excelentes como los de la Real que se desgastaron en un buen partido de fútbol con merecimientos sobrados para ganarlo. El consuelo es que, esta vez, Xavi sí lo entendió y ha reconocido a los del extraordinario Imanol sus méritos para más recompensa. Bienvenido al juego de la pelota, figura; ese que tú también jugarías de crío.

Simeone, que tiene el encanto de la sencillez, patentó el partido a partido como resumen de su filosofía futbolera. Y eso le honra, pues no entró en los debates estériles sobre el buen o el mal fútbol. Sin embargo, sus críticos, que también los tiene entre los propios colchoneros, andan en otro clásico pelotero que reiteramos: ¿es un técnico para exquisiteces futbolísticas o solo está dotado para dirigir jugadores que emulen el juego guerrillero que él practicaba?

La otra madrugada le explicaba a uno de esos atléticos tan fieles como veteranos que el dueño Gil Marín tiene las ideas claras del buen empresario: le mantiene con un sueldo de ensueño —junto con Guardiola es el mejor pagado del mundo— porque le es rentable: más de una década ya clasificándolo para Champions habiéndolo cogido casi en el desahucio. Y si, además, es cierto que pretende vender pronto el club, pues con más razones.

El día que Simeone abandone, que todo llegará, le quedará la espina de la Champions, habiendo estado tan cerca de ganarla con merecimientos sobrados tanto en Lisboa como en Roma frente al Madrid. Pupa ancestral de todos los atléticos habidos y por haber mientras no lo remedien, desde aquella nefasta noche contra el Bayern de Beckenbauer hace cincuenta años. El legendario partido que muchos guardamos en nuestra memoria de blanco y negro con lo mejor y lo peor del fútbol: el golazo de Luis Aragonés de falta y el churro a Miguel Reina de aquel central alemán innombrable.

Ancelotti también anda en disquisiciones vitales. Su ser o no ser le lleva a alinear a Rodrygo por delante de Joselu porque parece que tienen depositado en el brasileño parte del futuro blanco. Pero él sabe que el veterano canterano merengue le es más útil ahora. Incluso que favorece el juego sorpresa de Bellingham porque distrae a los centrales contrarios; como muestra, el pasado Clásico. A ver qué hace si los blaugranas le aprietan, o el mismo Atlético, por no hablar del extraordinario Girona de Michel que preside la Liga.

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