Arte-Fastos

Inocentes, en apariencia

Paco Mármol presenta la exposición 'Bálsamos', que puede verse estos días en el Hotel Lima, de Marbella, integrada en el ciclo Lima Contemporánea y comisariada por Paco Sanguino

Detalle de la exposición de Paco Mármol en Marbella.

Detalle de la exposición de Paco Mármol en Marbella. / José Manuel Sanjuán

José Manuel Sanjuán

José Manuel Sanjuán

Analiza Zygmunt Bauman, en su clásico y desasosegante libro 'Vida líquida', el «síndrome consumista» que se ha instalado en las modernas sociedades contemporáneas. Para argumentar este hecho, entre otras aportaciones, recoge el testimonio de Victor Leblow, analista de ventas, que en los años cincuenta clamaba: «Necesitamos que se consuman cosas, que se quemen, se desgasten, se sustituyan y se tiren a la basura a un ritmo cada vez más rápido». El paso de tener una economía de mercado a ser una sociedad de mercado implica, según Michael J. Sandel, que casi TODO puede ser comprado o vendido, ya sean bienes, servicios, expectativas o voluntades, aunque en muchos casos supongan transacciones moralmente reprobables.

Hacia esa economía del «engaño, exceso y desperdicio» dirige su mirada crítica Paco Mármol (Cádiz, 1967) en la exposición titulada 'Bálsamos', que puede verse estos días en el Hotel Lima, de Marbella, integrada en el ciclo Lima Contemporánea y comisariada por Paco Sanguino. La componen 13 dibujos a lápiz de grafito sobre papel, fechados entre 2021 y 2022, donde se distingue un apartado con cuatro obras de temática canina a gran formato, que el autor encuadra en el proyecto Templum: un devoto homenaje a los perros con visos de epifanía religiosa. Un «espacio de veneración» que no duda en compartir con el animal (Pentecostés canina) o en majestuosa soledad (Flipo/Flipo); imágenes ungidas por un vínculo fervoroso que nos remiten, sin ánimo sacrílego, al pensamiento de Santa Teresa de Jesús: «¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado?».

La grafía, pulcra y minuciosa, de un virtuosismo extremo, que exhibe en la galería de canes se mantiene en el repertorio de «maravillas» que promete la sociedad de consumo; si bien centra su recorrido en la población más vulnerable, la infancia, aludida por los peluches y los muñecos de Playmobil. Sin embargo no se limita a la reproducción nítida de formas, rasgos y texturas: sitúa los juguetes en un espacio enclaustrado, aséptico, que enfatiza su función lúdica y sus conexiones con la estética cuqui (Hello Kitty y Pepas); pero también posibilita otras lecturas semánticas, en ocasiones inquietantes o incluso amenazadoras (Dark pikachu), o relativas a las cadenas de producción y al comercio de seres y objetos (Llaveros; Osos, cerdos y pingüinos). Mercancías, personas incluidas, arrumbadas tras superar su «vida útil», indecoroso eufemismo que conlleva destierro con escasas perspectivas de redención (El cajón de los Legos). Contra toda esa injusticia e indignidad se rebela ferozmente Paco Mármol en sus dibujos… inocentes. En apariencia.