Cartas al director

'La buena voluntad como atenuante', por Venancio Rodríguez Sanza

Prudencia: dícese de la cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños. Moderación al hablar o actuar. Cobardía: dícese de la carencia de valor o entereza de ánimo. Pero, es fácil confundirlos porque, en muchas ocasiones, la cobardía se disfraza de precaución. Por eso hay quienes son profesionales del callar cuando tendrían que hablar. Y hay cobardes que se creen prudentes porque callaron, o no dijeron lo que tenían que decir en el momento preciso, o hablan a destiempo y fuera del lugar. Y hay prudentes al que llaman cobarde, loco, tonto, etc. Que no hablan por no hacer daño. Y cuando deciden tirarse al ruedo, al único que perjudican es a sí mismos en beneficio de los demás. Hay quienes hablan fuerte con el débil y débil con el fuerte. Tratar de separar estos dos conceptos, sería un arduo trabajo porque nos tendríamos que referenciar a los ejemplos y la vida es muy variada. Lo que sí se puede hacer, creo yo, es estar avisado de la dificultad en identificarlos. Y antes de mover ficha, hacer un exhaustivo examen de conciencia con el fin de no mentirnos. Aunque esto no evitaría cometer errores, la buena voluntad sí serviría como atenuante en cualquier juicio.