ARTÍCULOS DE BROMA

Somos el Toconao

Hasta hace nada había cubiertos de plástico como hubo cubiertos de plomo. Plástico fue el brillibrilli que gitaneó alegremente la ropa hace 4 años

Microplásticos

Microplásticos / Agencias

Javier Cuervo

Javier Cuervo

El plomo fue el plástico del pasado o el plástico es el plomo del presente. El plomo estuvo por doquier hasta la Edad Media (en acueductos, cañerías, cubiertos, vino) y regresó en la industrialización en el cristal, la pintura, la gasolina. Está en la enfermedad de la gota y en dolores de cabeza, depresión, agresividad y pérdida de memoria del cerebro. Eso se supo mucho después de mucho usarlo. El plástico está en dos sitios que nos afectan: en todo y en nosotros. Nuestra relación es muy epidérmica: lo hay en la ropa, los jabones, la pasta de dientes, el carmín, los geles. Tan cerca que viene a la cabeza la letra pasada de Radio Futura: «Dicen que tienes veneno en la piel/ Y es que estás hecha de plástico fino/ Dicen que tienes un tacto divino/ Y quien te toca, se queda con él» (1988).

Hasta hace nada había cubiertos de plástico como hubo cubiertos de plomo. Plástico fue el brillibrilli que gitaneó alegremente la ropa hace 4 años. Cada vez que lavamos poliéster, acrílico, nailon producimos microfibras que por el sumidero van a dar a la mar, que es el matar. A escala 1/1.000.000 nuestra colada es el cargamento del buque «Toconao» en el Atlántico soltando pellets de plástico que se comen los peces y mariscos que comemos. Los microplásticos viajan por nuestro tubo digestivo y tirar de la cadena es el primer eslabón de lo que entrará en la cadena trófica.

Los nanoplásticos, que son mil veces más pequeños, se quedan en nosotros porque el torrente sanguíneo los lleva al cerebro y a la placenta, aún no se sabe del todo con qué efectos, pero ya se ha detectado que alteran el microbioma intestinal y se les atribuyen inflamaciones y alteraciones hormonales.

La sopa del Toconao recuerda lo que sabemos: cuidado con el plástico. Es difícil no encontrarlo: a veces no sabemos dónde está; otras, está bien a la vista. En el supermercado abunda cerca de la boca, como continente de bebidas y de comidas que permite los precocinados y ahorra empleo en los productos frescos y loncheados. Hace nuestra vida más barata, lo que siempre sale caro.

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