La vida moderna Merma

Nuestro Corte Inglés

Es en Málaga ya nuestro gran comercio tradicional. Siempre está, y creo que por ello se merece nuestro reconocimiento

Anuncio con la apertura de El Corte Inglés de Málaga

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Gonzalo León

Gonzalo León

Creo que lo que voy a escribir no es nada habitual. Es más, creo que pudiera parecer incluso que se trata de una campaña publicitaria que tiene detrás algún tipo de inversión, beneficio o recompensa. Y nada más lejos de la realidad. Al revés incluso pues el lugar del que les escribo recibe gran parte de mis fondos anuales. 

Málaga ha seguido una evolución similar al resto de grandes capitales durante las últimas décadas si bien su origen sí que era diferente a muchos de los espacios a los que se puede asemejar. La formulación social y económica dista bastante de otros lugares como Sevilla o Bilbao donde el tejido empresarial sigue siendo un referente más allá del turismo. Sin embargo para nosotros esta última empresa lo es todo. Somos fruto y cautivos de esta mega industria que tanto mueve y por lo tanto no siempre es fácil sostener algunos aspectos en los que las raíces y la tradición favorecen el orgullo de pertenencia y sentir identitario de los ciudadanos. 

Ejemplo de ello puede ser el comercio. La clásica retahíla -aplicada por mí en este periódico en innumerables ocasiones- sobre el comercio tradicional y el lamento por su pérdida son a su vez un reflejo de una realidad de modelo de ciudad. Creo a pies juntillas en la necesidad de tener espacios comerciales con solera, peso social y entidad. 

Muchos lloraban el cierre de negocios clásicos de nuestra ciudad pero esos mismos eran -éramos- los que no íbamos allí ni para dar un recado. Sin embargo, otras ciudades sí que mantienen -con cuidado y a duras penas- un sistema de pequeño comercio local que medio funciona a pesar de los pesares actuales, donde el universo te ofrece comprar una cosa de china desde el móvil por dos pesetas y que te llegue en un cuarto de hora. 

Dicho esto, creo y estoy convencido de ello que Málaga tiene un comercio tradicional gigante. Un espacio asentado en nuestra ciudad que genera muchas cosas positivas y del que quizá no alcancemos a calibrar bien su magnitud: El Corte Inglés. 

Camino ya del medio siglo desde su apertura en la ciudad -creo que cumple ahora 44 años-, El Corte Inglés se ha convertido en la gran referencia comercial tradicional de Málaga. Los pasos anteriores en este ámbito ya daban pistas de que aquí ese formato funcionaría. Málaga fue de Gómez-Raggio, de Almacenes Mérida o de Félix Saénz y por tanto el ciudadano ya había acogido a las mil maravillas esta forma de comprar. 

Ahora, con el sistema actual e impersonal que nos persigue en todos los ámbitos, creo de veras que tenemos bastante suerte por tener en enraizado en la ciudad una empresa española, de categoría y que ha sabido transmitir siempre valores buenos y nobles de los que sentirnos orgullosos. 

La gente se hace fotos en Lafayette o Harrods e incluso son capaces de ponerse una sudadera o complemento que solamente ponga el nombre del comercio. Sin embargo aquí eso no se contempla -ojo que es idea incluso- tener una línea que tenga a El Corte Inglés como icono local, regional y nacional de generaciones que han crecido con una vida que en parte pivotaba en torno al gran espacio comercial de la prolongación de la Alameda. 

Pero la realidad es que, además, hay empresas que participan de la ciudad. Que se empapan y promocionan mucho de lo bueno que aquí sucede. Y no tendría por qué ser así. Pero lo es. Y ellos son ejemplo de una práctica que, aunque siempre es buena desde el prisma de la RSC no es de manera alguna obligatoria. El corte inglés está siempre en las grandes cosas de la ciudad. Como lo está cuando se trata de ayudar a los demás con respaldo y colaboración con infinidad de entidades sociales malagueñas. Está presente en la cultura dentro y fuera de su casa. Lo está con su Ámbito Cultural pero también estando presente en grandes acciones que se desarrollan en la capital en diferentes esferas como la deportiva y la de las grandes celebraciones. 

En Málaga la gente acude a El Corte Inglés y no siempre lo hace por necesidad sino por gusto. Van a merendar, a ver cosas dando un paseo, a una conferencia, con los niños a las cosas de Navidad, a recoger el catálogo de juguetes, a cortarse el pelo o a por pan. Y siempre, absolutamente siempre, con una sonrisa, amabilidad y cortesía desde que cruzas el dintel de la puerta. 

El Corte Inglés ha encendido este jueves su alumbrado navideño

El Corte Inglés, con su alumbrado navideño / .

Y eso solamente se consigue creyendo en lo que haces y manteniendo la esencia del comercio tradicional con las mejoras propias del paso del tiempo. Porque si algo se anhela de la tienda antigua es la cercanía con las personas y sobre todo la tranquilidad de que ante un problema van a responder siempre. Y eso pasa con ellos. Por eso la gente se sigue comprando una lavadora allí, aunque le pueda costar dos duros más. Pero saben que, si hay problemas, se cambia y soluciona al instante. 

Habrá quien en Málaga no pise este lugar ni por equivocación. Pero es raro que la gente de aquí no lo tenga como espacio de referencia, como alternativa o secundario. Están los del SAP, los que tienen su tarjeta pero no la usan o los que pagan de a poquito el dormitorio del niño. Sea como sea, siempre está. Y creo por ello que se merecen siempre nuestro reconocimiento y respeto.

El Corte Inglés es en Málaga ya nuestro gran comercio tradicional. Un espacio repleto de hombres y mujeres que trabajan a diario para tener una referencia amable, de calidad y sólida en el ámbito del comercio. 

Y encima es que es bonito. Es un sitio agradable. Que tiene cosas buenas que solamente viéndolas ya da gusto. Es el lugar en el que coomprar el producto raro de alimentación que no encontrabas, el sitio donde muchos acuden para vestir en las grandes ocasiones, el lugar en el que desayunar con tu abuela o ir en rebajas. Es el que patrocina el cartel de tu cofradía o impulsa una carrera popular. Es en definitiva una marca que llegó a Málaga con el firme convencimiento de hacer algo que, más allá del negocio, no siempre se tiene claro ni desea hacer y no es otra cosa que servir. 

Están en las antípodas de lo impersonal. Por eso al entrar por sus puertas sabes que se trata de un sitio clásico que solamente puede mantenerse con una plantilla gigante. Y eso también es digno de mención. Porque son centenares los que trabajan allí. Y en general deben de estar contentos porque las caras no suelen cambiar mucho. 

Lo decía al principio. Parece un publirreportaje. Pero no lo es. Simplemente se trata la visión de una realidad que en Málaga cuajó desde el principio. Una forma de hacer negocio anteponiendo siempre la calidad como hilo conductor para generar confianza. Y aquí lo han hecho bien. Por eso es, sin duda alguna, nuestro pequeño gran comercio tradicional. Nuestro Corte Inglés. Viva Málaga.