MIRANDO AL ABISMO

Mirar desde otro lado

Asimilamos tener razón con estar en posesión de la única e indubitable verdad, sin pararnos nunca a oír que tiene el otro qué decir. Esto nos lleva a una vorágine de odio y de insensibilidad

Una librería

Una librería / L.O.

María Gaitán

María Gaitán

Es posible que en este mundo, en el cual todos creemos tener siempre la razón, se nos haya olvidado un poco escuchar. Sí, es tan simple y tan arduo a la vez cómo oír lo que tienen que decir los demás aunque esto no nos guste.

De todas formas, creo que el término razón ha ido despegándose de manera clara de su origen y, cómo no, su origen está en la Filosofía. Los autores clásicos definían la razón como «la facultad propia de seres humanos de pensar, razonar, reflexionar para llegar a una conclusión o formar juicios de una determinada situación o cosa». La palabra razón proviene del latín y significa cálculo razón o razonamiento. Una vez definido el término vemos que el uso que hacemos todos diariamente de él no es el más adecuado.

Asimilamos tener razón con estar en posesión de la única e indubitable verdad, sin pararnos nunca a oír que tiene el otro qué decir. Esto nos lleva a una vorágine de odio y de insensibilidad que, sobre todo, se ve en las redes sociales, ya que desde la impunidad que creemos que nos da el anonimato decimos cosas que nunca nos atreveríamos a decir en voz alta y cara a cara.

En clase de Filosofía de la Mente aprendí a no apegarme demasiado a ninguna idea. Las clases funcionaban de la siguiente manera: un alumno se preparaba una idea con los puntos a favor y otro alumno hacía lo mismo en contra luego, una vez ya en clase y con cada alumno habiendo expuesto su discurso la profesora decía: muy bien, ahora cambiad de posición ideológica, y el que estaba a favor pasaba a estar en contra y el que estaba en contra, a favor. Todo esto en una misma clase. Así no te daba tiempo a pensar mucho y tenías que escuchar al otro, porque muchas de sus ideas iban a servirte a ti. Gracias a esa metodología aprendí que era importante escuchar al otro y sobre todo saber cuando desechar una idea y aceptar otras aunque sean ideológicamente contrarias a tí. Lo que nos estamos jugando aquí es la libertad. Cuando alguien ataca sin miramientos la posición de otro, sus gustos, está atacando su libertad, que ya sabemos que no es hacer lo que quiera en cada momento. Que ser libre significa actuar de la forma de quieras pero sin perjudicar a nadie. A mí me parece que esta moda de no dejar ser a los demás nos perjudica y mucho.

Como la libertad es en cierto modo como el ser y se dice de muchas maneras, voy a seguir haciendo uso de mi libertad y asomarme al final de la calle a ver si el mar tiene un color grisáceo que hace que veas tu futuro un poco más negro.

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