Miles de personas entablaban ayer, otra vez al alba, una conversación silenciosa con quien todo lo escucha y todo lo puede. Y daba igual estar rodeado de esa marea humana de devotos que no sólo están ahí en Semana Santa, porque en ese momento el Cautivo sólo se dirige a ti. Sólo te mira a ti. Sólo te habla a ti. Escucha las oraciones sinceras y la plegarias agradecidas. Y tiene para todos. Él lo sabe bien y ya habrá recompensa o reprimenda divina. El Cautivo, la imagen de Cristo que esculpiera Martín Simón, es un icono que arrastra multitudes, que nos convoca para verificar «si mantenemos nuestra fe en él», según dijo el obispo de Málaga, Jesús Catalá, que un año más presidió la Misa del Alba y pidió a los cofrades que expliquen qué es el Cautivo para ellos. ¿Qué es el Cautivo para ti?

Para muchos puede que el Cautivo no sea más que un clavo ardiendo al que agarrarse en medio de una crisis que no acaba. Otros, sin embargo, ven en su efigie el verdadero rostro de aquel que dio su vida por la redención del mundo en una cruz, y se ponen en sus manos aunque estén atadas. Habrá quien tenga al Cautivo como un medio de promoción personal, para ascender socialmente y hacerse una foto que debería salir siempre velada. La mayoría, quizás los más sencillos, se aferran a su magisterio y dicen con verdadero orgullo que son del Cautivo de corazón. Son los que madrugan para coger un sitio de pie en la plaza. Los que cada día se postran ante su reja en San Pablo, los que le llevan flores y encienden velas aun sin tener para subsistir, y los que siguen su estela desprendiéndose de lo accesorio. Está él y sobra lo de alrededor. La devoción en el fondo, no en las formas.

«¿Es el Cautivo tan sólo una idea que se han inventado los malagueños? ¿Es sólo una imagen que recorre las calles de la ciudad en la noche del Lunes Santo?», preguntaba Catalá para concluir que es «manantial de vida y fuente de perdón». «Él se ha puesto en nuestro lugar y se ha dejado maniatar para concedernos la libertad», destacó. Es el Señor que quiere purificarnos a través del encuentro personal. «La fe no es la aceptación de una idea o de una teoría, es un encuentro vivo, personal y real con Jesús», insistió el obispo, que centró su intervención en el Año de la Fe convocado por el Papa emérito Benedicto XVI. Y ese encuentro, si es auténtico, transforma. Por eso Catalá propone dar a conocer al Cautivo en una sociedad que, según dijo, sufre de «apostasía silenciosa» hasta en los propios cristianos. «Los creyentes se fortalecen creyendo como el amor crece amando», dijo el prelado parafraseando a San Agustín.

El obispo, que estuvo acompañado por una veintena de sacerdotes, entre ellos el vicario general, José Ferrary, el delegado episcopal, Francisco Aranda, el párroco de San Pablo, Manuel Arteaga, y el pregonero de la Semana Santa, Rafael Pérez Pallarés, pronunció una homilía cargada de profundidad y muy sugestiva, para incrementar el culto y la devoción a Jesús Cautivo.

El alba ya había llegado a la Trinidad porque lo hizo prácticamente al empezar la ceremonia religiosa. A las 7.13 horas exactamente. Silencio y respeto aunque no se cabía en una plaza que el resto del año es amplia y que el Sábado de Pasión parece pequeña. También por parte de las autoridades, que no se quieren perder este momento, entre ellas el alcalde, el subdelegado del Gobierno, el delegado de la Junta o la rectora de la UMA.

Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad se dispusieron en el dintel de la iglesia de San Pablo. El Cristo lucía una túnica confeccionada por Paco Ruiz hace 25 años, y la Señora, de hebrea. Tras la misa, el traslado se echó a andar y se cantaron las primeras saetas a cargo de los ganadores del concurso que cada año organiza la Peña Trinitaria: Aroa Cela, Manolo Lara, Paqui Corpas y María Almendro. Y llegaron las primeras ofrendas florales. Y las primeras bullas ante el trono del Señor y la Virgen de la Trinidad en la calle Jara y prácticamente durante todo el recorrido. En la esquina de Jaboneros y Trinidad, la Real Hermandad del Rocío de Málaga esperó a las imágenes con el grupo de piteros y tamborileros, que interpretaron el solo de Reina de Triana. Y así hasta el Hospital Civil, con el alcalde, Francisco de la Torre, en la campana.

En el Civil hubo relevo en los varales, entrando el personal sanitario, y con el martillo, que lo tomó el delegado de Salud de la Junta, Daniel Pérez. El encuentro con los enfermos resulta emotivo. El Cautivo y la Trinidad llevan el consuelo que puede que no encuentren en otra parte en tan malos momentos.

La banda de cornetas del Cautivo abría la comitiva, y desde el hospital, se incorporó la Trinidad Sinfónica. La llegada a la casa hermandad fue algo precipitada, porque amenazaba lluvia cuando las imágenes ya estaban en la calle Trinidad saludando a los titulares de la Soledad de San Pablo, pero finalmente no se mojaron.

@ia_castillo