Benjamín Narbona Arnau es uno de los cirujanos más relevantes de la historia de la medicina española. Hizo la primera operación a corazón abierto de España, las primeras resecciones pulmonares y esofágicas e inició la cirugía de la válvula mitral

Acaban de nombrarle académico honorífico, ¿cómo lo vive?

Siempre es interesante que colegas reconozcan méritos y le suban a uno de categoría teórica, pero nada más.

¿Cómo se ve la vida desde el balcón de los 90?

Igual que siempre, llena de obstáculos.

Ahora, anteriormente no.

No, claro que no. Tiene uno que subir obstáculo a obstáculo y dejarlos atrás.

La medicina ha evolucionado muchísimo, ¿le gustaría seguir practicándola?

Sí que me gustaría pero no tengo ninguna posibilidad. Cuando empecé había en Valencia cirujanos muy reconocidos como el doctor Ricardo Orero que tenía la clínica en la Gran Vía cerca del río, mi padre operaba con él y yo empecé ahí, era un maestro, un auténtico maestro.

¿Se acuerda de su primera intervención?

Me parece recordar algo relacionado con el reflujo del estómago hacia arriba, en la Casa de la Salud.

La cirugía también ha avanzado mucho, ¿llegó a operar con láser?

Prácticamente no.

¿Qué ha visto usted como cirujano en las tripas de la gente?

Las tripas son las mismas, con ligeras modificaciones. Lo que hay que hacer es volver a lo que era porque funcionaba bien.

¿La medicina actual es más defensiva que en su época?

La medicina está un poco degenerada. En el acto en la Academia de Medicina y en los discursitos de estos días he defendido la medicina y la cirugía responsable del que la practica. No se trata de proyectar una película después y corregir retrogradamente lo que se ha hecho mal, eso ya no se puede hacer. El que ha metido la pata, ya está, y eso es una cosa muy importante que se está produciendo en muchos sitios más por la rapidez. La persona que lo hace tiene que saber cómo hacerlo, hacerlo bien y no tener que rectificar.

¿Los cirujanos están ahora mejor preparados que antes?

No se lo puedo decir porque no lo sé. Hace muchos años que estoy un poco separado de los centros de enseñanza y no sé exactamente ahora como es el nivel. Ahora hay una necesidad de prisa, de llegar pronto, de acabar pronto y eso no es bueno.

Ahora a muchos pacientes los mandan a casa el mismo día.

La actitud de determinados cirujanos y de determinados tipos de enfermos van un poco hacia la rapidez para la recuperación rápida, para cobrar rápido… Pero eso no es bueno, porque las prisas a nivel quirúrgico no van bien porque los tejidos tienen su ritmo y llevan su camino y no podemos decirle a una célula que vaya más deprisa. Eso no ha llegado.

¿Hasta qué año operó?

Hasta hace muy poco pero cada vez todo esto es más complejo, porque hay un centro privado, otro que no lo es y al final llega un momento que tiene más importancia eso que lo que hace el cirujano y eso no es bueno, porque el que opera tiene que tener la mente y las manos en lo que está haciendo, no en lo que dirán.

¿A qué años hizo su primera intervención?

Yo creo que a los 18 ya empecé ayudando algo.

¿Y hasta cuándo?

Uno se hace mayor y no puede meterse en líos, no solo por la habilidad de las manos, sino por la mente.

¿Qué opina de los recortes en sanidad?

Mire usted, la sanidad, en el fondo, es un trabajo individual que comienza cuando elige el enfermo porque entonces pone confianza, cuando no elige no puede poner confianza y eso es un hecho real. Naturalmente puede ser más barato si no elige y esto es lo que hace que mucha actividad médica y quirúrgica, sobre todo, pueda tener consecuencias desagradables, que sea muy abundante para que sea más barato, pero eso también tiene su pago.

En vidas humanas.

Que no pueden hablar.

Porque se han muerto.

Exactamente. Ese es el problema. La medicina que es agresiva como toda la cirugía no se puede medir por el número de pesetas que podemos poner. Eso puede tener influencia. No es fácil.