Ciencia y sociedad

¿Cambio de sentido en la decadencia de la democracia?

España podría sumarse a otros países que han iniciado la regeneración de su convivencia política

Recreación artística de la decadencia de la democracia.

Recreación artística de la decadencia de la democracia. / Generador de imágenes de COPILOT para T21/Prensa Ibérica.

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

La crisis política que ha vivido España esta semana puede favorecer la regeneración de la democracia global, porque hay países que han revertido su decadencia e iniciado un cambio de sentido al que España podría sumarse. Complicado, pero oportuno.

Lo que está pasando con la democracia en España no puede entenderse si no contemplamos el contexto global y el especial momento que vive la democracia en todo el mundo.

Hace más de una década, Larry Diamond, profesor de la Universidad de Stanford, acuñó la frase "recesión democrática" para referirse a la degradación progresiva del sistema político que más ha sabido armonizar la convivencia ciudadana, a pesar de todos sus defectos.

La Iniciativa sobre el Estado Global de la Democracia del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral de Suecia, citado por FT, ha establecido que 2023 es el sexto año consecutivo en el que la democracia disminuyó en la mitad de todos los países del mundo, experimentando el retroceso más largo desde que comenzaron sus registros en 1975.

Cambio de sentido

En su informe de este año, el Instituto V-Dem, que evalúa la salud de las democracias según cinco principios (electoral, liberal, participativo, deliberativo e igualitario), no solo ratifica que la autocratización sigue siendo la tendencia dominante en el contexto global, sino también algo mucho más llamativo: que es posible revertir esta decadencia.

Hay países (como Brasil o Bolivia, señala el informe), que están mejorando la democracia a pesar de haber sufrido un período de declive. A ese proceso regenerador el citado instituto lo denomina cambio de sentido.

Estados Unidos, expuesto

Estados Unidos es uno de los países claramente expuestos a una involución democrática, tal como destaca The Atlantic, con un candidato a la Casa Blanca que incitó a una insurrección, pidió que se pusiera fin a secciones de la Constitución, que fue declarado responsable de lo que un juez federal dice que fue "violación", y que enfrenta 88 cargos por delitos graves…

Una situación, según la citada revista, que demanda “nuevas reglas” para gestionar la difusión de discursos y gestos políticos que, amparados en la libertad de expresión, han llegado en el caso de Trump a compartir en sus redes la imagen de Biden cautivo en un camión que transportaba cerdos. Los medios de comunicación norteamericanos están modulando las declaraciones y gestos de los políticos para no servir de amplificadores involuntarios de las falsedades e inconsistencias de algunos líderes.

El expresidente de EEUU Donald Trump, en el juzgado.

El expresidente de EEUU Donald Trump, en el juzgado. / EFE

También España

La democracia española lleva también al menos una década de degradación progresiva que ha llevado a The Economist a calificarla de “defectuosa” en 2022 por la falta de independencia judicial. Freedom House, no obstante, le otorga una puntuación de 90 sobre 100 en la valoración de su régimen de libertades relativa a 2024. La mayoría de los españoles confía tanto en las personas como en las instituciones propias de un país democrático moderno, según una encuesta del BBVA referida a 2022.

Esta semana la democracia española ha vivido cinco días en estado de máxima incertidumbre después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a quien la derecha no ha llamado cerdo, pero sí perro) se planteara su dimisión por algo que, independientemente del recorrido judicial que tengan las denuncias contra su esposa, empieza a ser cada vez más corriente en las democracias: armar un escándalo político con la ayuda de algunos jueces y medios de comunicación para crear una crisis de confianza sin ninguna base objetiva.

Cambio de sentido

Los presidentes de Portugal y Brasil han sido víctimas de episodios de esta naturaleza. Políticos de menor rango también han sufrido esa experiencia en España.

Pedro Sánchez, después de vivir una crisis personal y familiar derivada de su creciente acoso, no solo ha confirmado que se mantendrá como presidente del Gobierno, sino que se compromete a desarrollar una estrategia para regenerar la democracia e impulsar un cambio de sentido, tanto a nivel de España como de Europa, que tal vez revierta la degradación democrática que se extiende por el mundo, aunque de momento se trata solo de una declaración de principios.

Que Sánchez ya esté impulsando la libertad cognitiva en Europa (Declaración de León) para proteger los pensamientos humanos del uso fraudulento de la neurotecnología de consumo, la solución de dos Estados (Israel y Palestina), o la iniciativa Global Gateway, que proyecta destinar inversiones europeas a grandes infraestructuras de terceros países para fortalecer la democracia en el mundo, da idea de la dimensión que puede adquirir un movimiento global de regeneración democrática si Sánchez incluye en su programa una estrategia de esta naturaleza.

Algo más profundo

En cualquier caso, su compromiso anunciado para la regeneración democrática es un buen mensaje no solo para su complicada coalición de Gobierno y para la sociedad española, sino también para la europea, que acude a elecciones legislativas el próximo junio bajo la sombra de una involución política auspiciada por las fuerzas más conservadoras y nostálgicas del viejo continente. La democracia se está quedando sin futuro, advierte esta semana Foreign Policy.

Ni que decir tiene que regenerar la democracia no depende solo de gestos y estrategias: el problema de fondo tiene que ver con dos disfunciones graves que representan la verdadera amenaza. En primer lugar, la polarización social. Y, en segundo lugar, la viabilidad del sistema económico que la soporta, amenazado por una crisis planetaria producto de la acción incontrolada sobre la naturaleza.

La deriva de la democracia continúa.