Al Unicaja no le están sentando nada bien los turrones. Ha sido comenzar a cantar villancicos y a palmar partidos en la Liga ACB. Tres derrotas consecutivas, en San Sebastián (69-61), Santiago de Compostela (79-61) y frente al CAI en casa (67-76) han llevado a los malagueños a atravesar un bache importante. La primera minicrisis de Joan Plaza tiene diversas lecturas, tanto tácticas como psicológicas y físicas, y unos números que son muy claros.

La primera pregunta que viene a la mente al echar un vistazo a las estadísticas es qué le pasa al Unicaja en ataque. La media de los cuatro últimos partidos es irrisoria. El Unicaja sólo ha sido capaz de anotar 63,2 puntos: 61 ante el Gipuzkoa, 64 en la victoria ante el Montepaschi, 61 contra el Obradoiro y 67 el viernes frente al CAI. Muy poca cosa. Los malagueños han perdido la facilidad para correr y anotar canastas sencillas.

Los ataques estáticos se han complicado en las últimas semanas. Hay numerosos porqués. El primero es que ya no se corre con la alegría de antaño. El equipo ha perdido fluidez para atacar las defensas rivales. Se abusa del bote y a los pívots cajistas no le llegan balones. Ni Hettsheimeir ni Dragic son capaces de fabricarse canastas propias, jugando de espaldas al aro. Apenas llegan canastas dentro de la zona, salvo por algunas penetraciones de Granger o Dragic, ahora que se ha recuperado. Y como las defensas rivales son conscientes de que el lanzamiento exterior no es el fuerte del Unicaja, pues se cierran formando un embudo que ha colapsado al conjunto de Plaza en las últimas semanas.

El tema del tiro merece un capítulo especial. El porcentaje de dos y de tres es de los más bajos de la Liga Endesa. El Unicaja ocupa el puesto 12 en el ranking. De dos puntos sólo se anota el 48,58 por ciento y desde el arco de 6,75 metros entran apenas el 31,5% de los lanzamientos que se tiran. Es complicado ganar partidos con esos porcentajes.

Lo cierto es que el Unicaja ha comenzado a sufrir en sus carnes la desdicha de la derrota. Mejor en plural: derrotas. Sus registros son realmente flojos. Después de 22 encuentros disputados, tan sólo se han producido 12 victorias, por los 10 tropiezos padecidos. El equipo ha bajado al sexto lugar en la clasificación de la Liga Endesa y peligra seriamente ser cabeza de serie. Se antoja vital finalizar la primera vuelta de la Fase Regular entre los cuatro mejores de la Liga, ya que así el conjunto costasoleño evitaría a Real Madrid, Valencia o Barcelona en los cuartos de final de la Copa del Rey.

Restan cinco jornadas para que se produzca el corte y parece evidente que hay que ganar cuatro de esos cinco partidos, dos de ellos ante rivales directos. El calendario ahora le lanza un guiño al equipo y le lleva a Fuenlabrada, mañana lunes. El sábado, otra vez partido fuera, esta vez a Manresa. Y después llegará al Carpena el Valladolid. Si el Unicaja quiere estar arriba debe ganar sí o sí estos tres enfrentamientos. Y luego disputa otro encuentro en casa y ante un rival directo como el Herbalife Gran Canaria. Será el domingo 19 de enero, presumiblemente en horario vespertino, ya que ese mismo viernes hay encuentro de Euroliga, y Plaza quiere que sus jugadores, lógicamente, gocen del mayor descanso posible entre partido y partido.

La primera vuelta finaliza en la pista del invicto Real Madrid y el Palacio de los Deportes no parece, ni mucho menos, el lugar más idóneo para jugarse una plaza entre los cuatro mejores.

Esta serie de cinco encuentros tienen la dificultad añadida de que a partir de esta próxima semana, el Unicaja comienza a competir también en el Top 16 de la Euroliga. Y el grupo en el que ha quedado encuadrado el cuadro costasoleño es de órdago. Para empezar visita el Carpena, el próximo jueves día 2 a las 19.00 horas, el Baskonia de Sergio Scariolo, que seguro que olvida sus «penas» ligueras en el debut de la segunda fase continental. Y después el Unicaja visita en Estambul al Anadolu Efes para recibir la siguiente semana al todopoderoso Fenerbahce Ulker turco.

El Unicaja tendrá que disputar durante el mes de enero nada menos que nueve partidos. Por eso ha dado tanta rabia caer contra el CAI Zaragoza. Porque el equipo llegaba de tener seis días sin partidos, había tenido tiempo para preparar a conciencia el enfrentamiento y ahora inicia una vorágine, mañana mismo en Fuenlabrada, con encuentros cada tres o cuatro días que van a poner a prueba a todo el equipo, desde el técnico al último jugador disponible en la rotación.

Aunque todavía es pronto y apenas llevamos dos meses y medio en la competición, el equipo está acusando el cansancio en las segundas partes. Las cuentas no engañan y son claras. De los siete últimos partidos, el Unicaja ha perdido siempre el tanteo desde el descanso hasta el final de partido. Hay una única salvedad, en la gran victoria en el Palau Blaugrana, cuando los malagueños vencieron en este tanteo del segundo y tercer cuarto por 30-31.

Pero todos los demás se perdieron. El Unicaja inició esa mala racha en la pista del Galatasaray, cuando llegó al descanso perdiendo por un punto (40-39) y luego acabó cediendo por 78-70, con un parcial de 38-31 (siete puntos abajo tras el descanso). En la celebrada victoria ante el Bayern también se perdieron los dos últimos cuartos por 34-35, renta mucho menos amplia que la vivida en San Sebastián, cuando el Gipuzcoa venció por 39-28. Sólo 28 puntos en los segundos 20 minutos. Una tónica que se repite en los siguientes enfrentamientos.

El Unicaja cedió en su milagroso triunfo ante el Montepaschi Siena por 40-32. Se había llegado al descanso dominando 22-32 y al final se ganó por 62-64, con una desventaja de 8 puntos en los dos parciales finales, donde el Unicaja anotó 32 puntos.

Después, en Santiago, el parcial tras el intermedio fue de 39-29, bastante sonrojante. Y lo peor llegó ante el CAI, cuando el Unicaja cedió por 28-51 en los dos actos definitivos. Urge corregirlo.

Al propio Plaza no le quedó más remedio que admitir el viernes que no contó con Caner-Medley en los últimos minutos por su mala actitud defensiva. En la memoria de todos está esa acción, con el americano y Fran Vázquez, en la que el georgiano Sanikidze se hizo con un rebote ofensivo entre ambos, salió de la zona sin que nadie le persiguiera y se levantó de tres para anotar un triple.

La intensidad no es la misma de antes y los rivales han encontrado fisuras en la defensa de ayudas de la pizarra de Plaza. Si el ataque rival logra dar un pase extra, tras mover bien la bola, suele encontrar un jugador solo en la esquina, con un tiro bastante cómodo.

Los pívots tampoco están dando la talla. Mientras Augusto Lima va camino de ser jugador revelación en la ACB, en la zona malagueña no hay referentes. Hettsheimier, quizá porque su físico no le permite «pegarse» con pívots rivales, se aleja cada vez más del aro, Fran brilla más en defensa que en ataque, Stimac es un recurso y Sabonis, el último en la rotación.