Cuando uno viaja lejos de sus dominios en Euroliga, cuando juega ante conjuntos con tanto presupuesto y tanta calidad como el Anadolu Efes y cuando además disputas el partido en un pabellón caliente como lo es el Abdi Ipekci turco, una derrota podría considerarse como algo que entre dentro de la normalidad. Sin embargo la de la noche de ayer en tierras otomanas dejó una sensación de desastre algo exagerada debido a cómo transcurrió el encuentro y cómo se había puesto el Unicaja en ventaja, no sólo en el marcador, sino también en el dominio del juego y del ritmo del partido.

Cuando llegas al descanso 15 puntos arriba y con la sensación de tener controlado totalmente el choque y de repente, en apenas diez minutos tras la pausa intermedia, se te va todo al traste, te queda la impresión mucho más exagerada de que todo se ha hecho mal. Ya con el partido igualado y con la tensión acumulada en el último cuarto, éste se convierte en un cara o cruz en el que pequeñas cosas o decisiones decantan la balanza de un lado o del otro, y donde los locales tienen esa pequeña o gran ventaja que supone tener detrás a tu gente animando y presionando.

Era lógico pensar que un conjunto del potencial del Efes -y mucho más jugando en casa ante los suyos-, iba a reaccionar y a salir a morder en los segundos veinte minutos, y seguro que Joan Plaza lo avisó en el vestuario en el tiempo de asueto, ya que ante las cámaras de la televisión que tiene los derechos ya lo advirtió segundos antes de dirigirse al mismo. Por ello, el Unicaja salió sabiendo lo que podía suceder. Sin embargo, no supo gestionar esa situación, en muchas ocasiones por acierto del rival, que anotó hasta siete triples en el tercer cuarto, pero en muchas otras por errores propios, tanto en los lanzamientos, como en el propio juego, con pérdidas de balón o despistes defensivos.

Una vez que pierdes la ventaja, aún estás en el encuentro, puesto que a pesar del 23-8 del tercer cuarto, el marcador señalaba empate al final de esos fatídicos diez minutos. En cualquier otra circunstancia podría ser un resultado óptimo para afrontar el último parcial, aunque la sensación era mucho peor: has perdido el control del juego, te cuesta ver aro y, lo más negativo: tienes enfrente un rival que de tener el encuentro perdido lo ve ahora mucho más claro y además está desatado. Muchos contratiempos, a pesar de los cuales el Unicaja se supo sobreponer y llegar a los segundos finales con opciones, aunque como comentaba anteriormente líneas atrás, un desenlace de ese tipo es un cara o cruz.

Se ha cosechado una nueva derrota y el Top 16 no ha comenzado de la mejor manera, pero son los dieciséis mejores equipos del Viejo Continente, y hay que quedarse con las opciones de ganar que han tenido los nuestros en ambos partidos. La próxima oportunidad y una ocasión de victoria que no se puede dejar escapar será el próximo viernes ante el EA7 Milán, aunque por medio y en menos de 48 horas, los verdes tienen otro difícil compromiso en Barcelona, sin tiempo para mirar atrás ni para lamentarse de nada.

*Dani Romero es exjugador del Unicaja