Después de 303 partidos, contando éste de hoy frente al Fenerbahce, la máxima competición del baloncesto continental apaga sus luces esta noche en Málaga. El himno de la Euroliga sonará hoy por última vez en el Martín Carpena. En el mejor de los casos, habrá que esperar un par de años para volver a codearse con la elite del básket del Viejo Continente. Ése, al menos, es el objetivo.

Los verdes han sido un clásico en Europa, no solo por jugar la máxima competición tantos años seguidos, también por sus once clasificaciones seguidas para el Top 16, un hito que solo igualan el Barcelona, el Panathinaikos y el Olympiacos en todo el baloncesto continental.

La competición ha dejado muchas noches inolvidables, tanto en el propio Carpena como fuera de casa, además de decenas de anécdotas durante esta última década y media.

En Atenas se vivió en 2002, por ejemplo, el partido más raro de toda esta experiencia. La mesa de anotadores se olvidó de computar una canasta de Paco Vázquez en el segundo cuarto que a la postre significó la derrota por 81-80 frente al Olympiacos. El club recurrió presentando las imágenes del partido, incluida la canasta «fantasma», pero los despachos no dieron a posteriori lo que los árbitros y los jueces de mesa no vieron in situ.

Tampoco estuvo nada mal aquel otro partido en Kaunas en enero de 2003, en el que la compañía aérea de turno perdió las maletas de toda la expedición cajista. Gracias a la intermediación de Arvydas Sabonis, se consiguió una equipación blanca para jugar en la que se serigrafió deprisa y corriendo el número y el nombre de cada jugador. Con el paso de los minutos, las letras se fueron cayendo hasta el punto de hacer indescifrable lo que ponía en la espalda de cada uno. Al descanso, las equipaciones llegaron y el segundo tiempo el equipo ya jugó con sus camisetas oficiales, patrocinadores incluidos.

Tampoco será fácil olvidar aquella visita a Badalona del 20 de diciembre de 2006, en la que el Unicaja se llevó la mayor tunda europea de toda su historia. El 105-52 frente a la Penya de Ricky Rubio, Rudy Fernández, Marcelinho Huertas y Paco Vázquez, entrenados por Aíto García Reneses, es el lunar más negro de todos estos años en la elite.

A partir del próximo curso, tocará jugar la Eurocup. Un paso atrás para coger impulso e intentar volver lo más pronto posible a la meca del básket.