Esa etiqueta es de la que ha querido huir Shane. Su padre Barry es una de las grandes estrellas del beisbol americano. Campeón en 1990 de las Ligas Mayores con los Cincinnati Reds, uno de los mejores «shortstop» de la historia, 12 veces All Star y miembro del Salón de la Fama. Desde pequeño acudía con su padre a los partidos y estrellas como Tony Pérez o Pete Rose le enseñaban a coger el bate. Compartió su infancia con estrellas como Deion Sanders, que durante 12 años jugó la liga de beisbol y la de fútbol americano a la vez, o Tiger Woods.

En una entrevista a USA Today con motivo de la inclusión de su padre en el Hall of Fame del Beisbol decía: «Conocí a todas esas personas famosas. Fue una experiencia humillante saber que tu padre era una de las personas más famosas del deporte». Huir de la fama de su padre le llevó a dejar el beisbol y apostar por el baloncesto. Para disgusto de su padre, que prefería que su hijo jugase al beisbol o al fútbol americano, Shane Larkin eligió el balón naranja.

Shane buscaba un reto. No quería que nadie le dijera que todo lo que tenía lo había conseguido por los favores de su padre. El baloncesto fue el camino. Un deporte que practicaba su tío Byron Larkin, que jugó en la Universidad de Xavier de la que todavía es máximo anotador con 2.696 puntos y una media de 22,3 por partido que le sitúa en el número 23 de la historia de anotadores de la NCAA. A pesar de ello no llegó a debutar en la NBA y sólo jugó unos años como profesional en Venezuela, Alemania y Hong Kong. Aunque los genes Larkin parecían destinarle al estrellato en cualquier deporte que intentara. Su tío Stephen Larkin también jugó para los Reds en las ligas mayores de beisbol, su otro tío Mike Larkin fue el capitán del equipo de fútbol americano de la Universidad de Notre Dame, sus hermanas Brielle D´Shea y Cimber juegan al primer nivel a Lacrosse y su madre Lisa era una gran bailarina. Todo esto hace de Shane Larkin un jugador especial. De su padre no solo aprendió el funcionamiento de los equipos y la vida de un deportista profesional sino también la importancia de tener un hogar. Su padre nació en Cincinnati, fue a la universidad en Cincinnati y jugó 18 años, su único equipo en la liga, para los Reds de Cincinnati. La familia se trasladó después de muchos años a Florida y Shane fue a la High School en Orlando y a la Universidad en Miami. Con estos antecedentes su rol en la NBA no le gustó: tres equipos en tres años, y por eso decidió cambiar de vida. Renunció a más dinero en la NBA por el baloncesto europeo y eligió Vitoria. «No quiero ser alguien que juegue 10 años en la liga para 8 equipos diferentes; quiero encontrar un hogar». Ese es su objetivo, crecer para tener un lugar fijo en un equipo NBA o hacer carrera en Europa. El domingo, en Vitoria, Shane será el gran peligro del Baskonia. Un jugador de vértigo que hace del pick and roll su forma de vida. Según DraftExpress, el 47% de los ataques de Shane Larkin en su carrera universitaria fueron bloqueo y continuación. Los bases cajistas tienen un día duro en el trabajo. Suerte?