La Copa del Rey evidenció dos verdades irrefutables de esta temporada y de la historia del baloncesto español. El Unicaja no sabe jugar los finales de partido. Una y otra vez se empeña en perderlos. Se olvida de todo lo bueno que ha hecho durante 37 ó 38 minutos y se deja engatusar por el rival. Malgastó un 70-77 a cinco minutos del final, con todo a favor. Y la otra gran verdad es que el Real Madrid tiene bula arbitral. Dejarle fuera de la Copa del Rey, en cuartos de final, un jueves con tres días aún por jugarse, es inverosímil e inviable. Por temas deportivos y económicos. Por eso, aunque Walter Tavares empuje a Carlos Suárez, con 86-84 para los blancos... vista a un lado y que se siga jugando. Rudy se hizo con el rebote y le dio otro ataque al Madrid. La gota que colmó el vaso de la evidencia más absoluta fue la falta de Facun Campazzo a Nemanja Nedovic a 15 segundos del final, con bola verde y con 87-84 abajo. El zarpazo de Campazzo (vaya partidazo) se impactó en el brazo de «Nedo». No es un tema de verlo o no. Es, simplemente, cuestión de física.

Porque si Campazzo hubiera impactado el balón, éste se hubiera ido contra el suelo, siguiendo el movimiento del golpeo. Y lo que sucedió es que la bola salió plana, horizontal, hacia la banda. Fue falta y lo sabe bien todo el mundo. Incluido el trío arbitral. Incluido Martín Bertrán. Si el árbitro principal hubiese tenido la conciencia tranquila, le hubiera pitado técnica a «Nedo». Porque el serbio se lo iba a comer. Encendido, fuera de sí, con los ojos en órbita, sólo Carlos Suárez pudo separar al serbio de Martín Bertrán. No hubo técnica al jugador verde, que tuvo que irse a la banda con sangre en el brazo del impacto.

¿Perdió el Unicaja por esas dos acciones? Pues, amigos, eso ya no lo sabremos nunca. Puede que sí. O puede que no. Porque el Unicaja volvió a cometer el mismo error, volvió a calcar sus desastrosos finales de partido. Y, con 70-77 a cinco minutos del final, se olvidó de atacar. Dejó de hacer las cosas buenas que había hecho hasta entonces. Trató de contemporizar. No fue agresivo. No buscó el aro. Y el Madrid se lo hizo pagar. Con la derrota. Con una cruel puñalada que te manda a Málaga, fuera ya de la Copa del Rey de Las Palmas 2018 el día inaugural. Una pena, porque el Unicaja hizo un partido realmente formidable. Muy meritorio. Y, por eso, duele más. Y eso que sabíamos que el Unicaja no le convenía jugar a intercambiar golpes con el Real Madrid. Sin embargo, ese cara o cruz le salió bien durante muchos momentos. Un tiempo en el que el partido fue una verdadera montaña rusa de emociones, con rachas de uno y otro equipo. Eso permitió que el Madrid se desmelenara en ataque y pusiera un peligrosísimo 31-23. Una pena, porque el Unicaja había cumplido con el primer objetivo del partido: salir vivo del primer cuarto. Lo hizo el equipo malagueño (26-23, tras un triple sobre la bocina de Causeur, autor de 9 tantos en ese primer acto). Pero ese 31-23 puso el primer apuro serio para los malagueños.

Reaccionó el equipo. Y lo hizo a lo grande. Apretó los dientes atrás y, con la segunda unidad en pista, Waczynski y Suárez dieron un clínic. El pistolero polaco enchufó tres triples consecutivos. El capi puso atrás un muro y también se animó desde el arco de 6,75 metros. El resultado fue realmente motivador para la «marea verde». Un parcial de 3-20 para los cajistas. De ese inquietante 31-23 se había pasado en un santiamén a 34-43. Una diferencia de 9 puntos, aprovechando que Tavares estaba en el banquillo. Unos minutos pletóricos de acierto en el triple.

Mantener ese nivel de eficacia iba a ser complicado. El Madrid esperó su oportunidad. Campazzo apareció para meterle vitaminas a su equipo. Lo acusó el Unicaja: 46-45. El Unicaja había enseñado sus garras. Había salvado un primer match ball y ahora debía ajustarse. Y rebajar los porcentajes de tiro del Madrid (57% de dos y 53% de tres). El Unicaja tenía controlado el rebote. Y controló también el resto del encuentro. Le vino incluso bien la tercera falta de Nedovic en el arranque del tercer cuarto. El mejor «Nedo» no estuvo en Las Palmas. Es un jugador de sensaciones. Y sus siete pérdidas evidencian cómo fue su partido. Fue solidario el equipo sin él y ganaba 60-65. Y seguía ganando después por 67-72. Waczynski puso el 70-77 que hizo soñar a toda Málaga.

Pero el polaco perdió dos balones tontos y se dejó ganar un rebote por Rudy. Lo demás ya es historia. Plaza no pudo celebrar su partido 301. Y eso que su equipo hizo un señor partido. El 89-84 mandó al final. ¿O se esperaban otro final?