Qué efímera es la felicidad. También en el baloncesto. Todavía ayer resonaban los gritos de alegría de la afición malagueña en el Martín Carpena tras el triunfo ante el Real Madrid (103-102), cuando el equipo ya volvió a entrenarse para viajar pasado el mediodía a Belgrado, vía Frankurt, para medirse hoy al Estrella Roja en un partido intrascendente de la Eurocup ante el Estrella Roja, sin nada en juego. El equipo malagueño, ya clasificado como segundo del grupo tras el Valencia Basket, intentará prolongar la alegría de haber ganado al actual campeón de Liga y de la Euroliga en un partido memorable que se decidió por un triple de Jaime Fernández.

El equipo tuvo que emprender un pesadísimo viaje de casi 10 horas con escala en Frankfurt para aterrizar al borde de la medianoche a la capital serbia. Parece un encuentro óptimo, desde luego, para que Luis Casimiro pueda darle minutos de calidad a Ryan Boatright, recién llegado a Málaga. Y también para que un jugador como Viny Okouo tenga hoy más de 30 minutos en pista, dando descanso a jugadores más cargados de partidos y competición. El Estrella Roja juega en su guarida de la Sala Pionir, lleva cuatro derrotas consecutivas y querrá concluir el Top 16 con un triunfo frente a sus fieles aficionados. Es un día especial para Mathias Lessort, que regresa a Belgrado, y no tanto para Dragan Milosavljevic, criado en el Partizán.