Habrá detalles que pulir, como Luis Casimiro bien que se encargó de remarcar a sus jugadores con el partido ya decidido, pero lo cierto es que el Unicaja Con una intensidad defentiva que dista bastante de la ofrecida en los primeros compases de esta temporada, este rodillo verde es capaz de ganar así a cualquier rival. Van seis victorias consecutivas, sumadas a las tres ligueras las que se han logrado en la competición continental.

Pero más allá del trabajo colectivo casi inmaculado (las desconexiones le llegaban cuando el rival estaba contra las cuerdas), los nombres propios «masculino-singular» dan cuenta de lo que puede llegar a dar de sí esta plantilla. Por momentos se vio a un Rubén Guerrero autoritario bajo aros y fue determinante, en su regreso, el Rubén GuerreroJaime Fernándezque empieza a recuperar su mejor versión. No sólo rompió a su rival en instantes puntuales, como esos dos últimos minutos de la primera mitad en los que frenó cualquier intento de dejar la renta visitante por debajo de la decena de puntos, sino que hizo brillar a compañeros como Elegar.

Ambos acabarían con 12 de valoración. El primero fue máximo anotador junto a Thompson, con 12 puntos. El segundo compartió con Adams el tercer peldaño en anotación (9 puntos). Y fue también decisiva, una vez más y hemos perdido la cuenta, la aportación en este tipo de duelos de Carlos Suárez. El capitán no sólo fue el más valorado del encuentro, con 18, sino que se erigió como tantas veces en la prolongación de Casimiro. Volvió a activar a aquel compañero que mostraba síntomas de bajar la guardia y leyó perfectamente la pizarra del técnico, hasta el punto de estar en todo momento en el sitio ideal.

Esta victoria en La Fonteta, bien diferente a la de hace dos semanas en Vitoria (cuando hubo que apelar a la épica), no concedió respiros al rival. Que el Valencia terminase en un paupérrimo 3 de 22 desde la línea de triples fue fruto de un trabajo intenso en defensa y, asimismo, de una diferencia de actitudes. El equipo naranja no sólo pagó el cansacio de Euroliga y que apenas tenía sobre la pintura a Bojan Dubljevic para frenar ese físico verde que cada vez asusta más.

Para llegar con +5 a cada uno de los dos primeros cuartos, el Unicaja tiró de canastas fáciles, de velocidad máxima tras coger el rebote (hasta 8 fueron de Suárez) y de rozar el límite de la falta. En ataque, basta con decir que siga esta fiesta coral, puesto que ayer sólo se quedó sin anotar Alberto Díaz.