No se hablará de ambientazo ni de caldera, gajes de la pandemia, pero La Fonteta sigue siendo la casa de un rival siempre complicado de superar. El Unicaja tiene este domingo (20:00 horas) el gran reto de ganarle en su cancha al Valencia Basket, uno de los equipos que mejor se han reforzado de cara a la nueva temporada. Si siempre se le tiene respeto como entidad, esa capaz de ganarle una liga hace tres años al Real Madrid, este curso su estatus ha aumentado un peldaño más. Dinamita de la buena en el mercado para completar un «plantillón» envidiable.

Mañana se verá a un equipo de Euroliga que lleva pleno de victorias en dicha competición. La más reciente, un baño al Real Madrid en su propia cancha (77-93) el pasado jueves. Una victoria que les pone con la moral por las nubes, destacando a un Dubljevic que anotó seis triples -las cosas del pívot moderno- y se fue hasta los 24 puntos. Les salió absolutamente todo y fueron capaces de anular a los de Pablo Laso durante del choque. En el WiZink Center se vio el potencial.

Algo más terrenales son sus números en Liga ACB. El conjunto de Jaime Ponsarnau comenzó con tropiezo ajustado ante los campeones. El Baskonia les ganó el partido en la última jugada con un triple de Vildoza tras un magistral pase de Henry. Mazazo suficiente para que les sirviera de estímulo. En las siguientes dos jornadas, mientras Unicaja perdía ante el Barça y remontaba en Andorra, los valencianos ganaban a andorranos primero (91-76) y manresanos después (74-82). Fue el fin de semana pasado cuando hubo sorpresa. Los naranjas cayeron en Sevilla por 95-85 ante el Coosur Real Betis. Desliz para bajarse de su aura celestial: ningún equipo es invencible en esto del baloncesto.

Suman dos victorias y dos derrotas en Liga Endesa para marchar octavos en la tabla y un dos de dos en triunfos en Euroliga, colocándose estadísticamente como segundo mejor equipo tras Fenerbahçe. Los ánimos en la Fuente de San Luis son muy distintos a los del Martín Carpena, dichosas sean las comparaciones.

Refuerzos de calidad

El conjunto taronja ha sumado a su gran plantilla cuatro jugadores de calidad. Empecemos por un cañonero, Klemen Prepelic, máximo anotador de la ACB el año pasado jugando cedido en el Joventut (propiedad del Real Madrid). El esloveno ha aterrizado en Valencia para decidir desde el tiro de tres y en las penetraciones. De lo mejor de la liga en autosuficiencia ofensiva.

Otro nombre propio es Derrick Williams, ala-pívot con pasado NBA. El que fuera número dos del draft de 2011 -compartió equipo y alley-oops con Ricky Rubio en los Timberwolves- cambió Fenerbahçe por Valencia y está llamado a ser un más que interesante refuerzo de nivel. De momento no termina de calibrar ni de ser clave (4,5 puntos y 2,6 rebotes en 15 minutos de media en liga), lo que habla también de la gran competencia que hay en el juego interior. Bojan Dubljevic, Mike Tobey, Louis Labeyrie... Imponente.

El base islandés Martin Hermannsson, procedente del Alba de Berlín de Aíto, y Nikola Kalinic, alero serbio campeón de la Euroliga en 2017 con Fenerbahçe, completan los fichajes taronjas.

Esas fueron las apuestas de la directiva para fortalecerse tras varias salidas de importancia. Alberto Abalde dejó el club para marcharse a la capital de España. Jordan Loyd fue a parar a Serbia. No se renovó a Maurice Ndour, Brock Motum fue cortado y Doornekamp cambió el naranja por el amarillo de Tenerife. Los que aún continúan son de sobra conocidos: Quino Colom, Van Rossom, Joan Sastre (lesionado), Guillem Vives y San Emeterio. Un equipo completo lo mires por donde lo mires.

Conscientes de la dificultad del rival, hablaron ayer Alberto Díaz y Adam Waczynski: «El Valencia es un equipo que juega muy bien en su cancha. Hay que jugar duro, estar bien en el rebote y en defensa, y meter los tiros abiertos. Sabemos que no es fácil y que no estamos bien, pero hay que pensar en el siguiente partido y trabajar duro en la cancha», declaró el polaco. «Tienen muchos puntos fuertes y pocos débiles, creo que nuestra unión será clave», añadió el malagueño. Casimiro y los suyos tienen la oportunidad de resucitar o, por el contrario, seguir cavando la tumba en caso de derrota y mala imagen.