Después de un mes y medio de competición y de 13 partidos oficiales, entre Liga Endesa y Eurocup, confieso que todavía no le he pillado el punto a este Unicaja 2020/2021. No sé si estamos ante un equipo bueno, malo o regular. Si pienso en el día del Mornar Bar, en el del día del Baxi Manresa o en el segundo cuarto del miércoles pasado en Alemania, el horizonte es descorazonador. Veo imposible jugar la Copa, el play off por el título de Liga y descarto cualquier mínima aspiración en Europa. Si pienso, sin embargo, en el de Las Palmas, en el que plantó cara al Barça durante muchos minutos, en el que asaltó La Fonteta o en el que se vio en la segunda parte de este viernes noche en Zaragoza, veo muy fácil estar en semifinales de la Copa, estar muy arriba en la Liga y luchar por la Eurocup. Pero, ¿cuál es el Unicaja de verdad? ¿Cuál de los dos? No tengo ni p _ _ _ idea. La verdad.

En Zaragoza el Unicaja ganó muy sobrado. El rival aguantó como pudo la primera parte, pero a partir del tercer cuarto fue un juguete en las manos de los verdes, muy acertados en ataque y con una de las mejores defensas de lo que va de temporada.

El caso es que Zaragoza volvió a ser talismán para el Unicaja. La verdad es que la capital maña y su Príncipe Felipe siempre estarán ligadas a la historia brillante del club de Los Guindos y al corazón de los aficionados cajistas. Allí fue donde Walter Herrmann se sentó en el aro de la canasta (seguro que han visto más de una vez esa foto) para cortar la red el día que el Unicaja ganó la Copa del Rey 2005, un triunfo inolvidable que abrió la página más gloriosa de la historia cajista con aquel trienio mágico que completaron después la Liga de 2006 y la Final Four de Atenas 2007.

Era el tercer partido en 5 días, con viaje Málaga-Alemania-Zaragoza incluido. Pero el equipo no lo acusó. Waczynski, Gerun y Thompson, tres de los que han estado más irregulares en este inicio de campaña, estuvieron bastante finos. Y eso es una buena noticia. Los 16 puntos de Francis, por cierto, aunque ya no sean ninguna novedad, tampoco pueden pasar inadvertidos.

Ellos fueron la cara, junto al regreso tras su lesión de Jaime Fernández, que le dio unos fantásticos minutos de refresco al extrautilizado Alberto Díaz. La cruz fue Carlos Suárez, que solo jugó los últimos 201 segundos del partido. Los de la basura máxima. Para Jaime Fernández sí hubo un par de ratitos para coger ritmo con el partido en juego. Pero para el «capi» no hubo ni un puñetero segundo hasta que el partido ya no daba para más. De la anécdota hemos pasado al sinsentido en este asunto. Creo que Casimiro se equivoca. Su misión debe ser tener a todos sus jugadores on fire. Lo ha hecho muy bien con Thompson, Guerrero y Gerun. Les ha dado confianza y minutos a los tres cuando no lo merecían y ahora los ha podido recuperar para la causa. ¿Por qué no hace eso con Suárez? Los entrenadores son todos iguales. No hay quién les entienda. Da lo mismo si hablamos del de los Lakers o del de el prebaby femenino del CB El Palo. Ni con un manual de instrucciones. En fin...

Fue un partido muy cómodo para los verdes. Y eso que le costó al Unicaja cogerle el aire al partido (8-2). Demasiados errores en los tiros y poca circulación del balón provocaron el 6 abajo inicial. El equipo se asentó con 5 puntos seguidos de Thompson que iniciaron la remontada. El Zaragoza se estrelló una y otra vez contra la defensa verde, Gerun jugó muy buenos minutos y el partido alcanzó el minuto 10 con 6 de ventaja, 13-19.

Jaime Fernández volvió tras de su lesión al cumplirse el primer minuto del segundo cuarto. Fue para darle un descansito a Alberto y provocó la sonrisa de todos los cajistas, ilusionados por verle de nuevo vestido de corto con la verde y morada. Ni Zaragoza ni Unicaja impusieron su ritmo en ese segundo cuarto. Camino del descanso se vivió un intercambio de canastas en el que el Unicaja llevó la iniciativa en el marcador justo hasta el último ataque de los de casa, que con un 2+1 equilibraron el partido y mandaron el duelo al descanso con 37-37.

Francis volvió muy enchufado del intermedio. El equipo lo agradeció y marcó una máxima de 8, 40-48. Fue el principio del fin para los de Zaragoza. Thompson también ayudó en ataque y el Unicaja se fue de ¡¡17!!, 40-57. El equipo dominó ya con autoridad y convirtió el último cuarto en 10 minutos intrascendentes en el que la única duda era saber si el banquillazo a Suárez iba a ser hasta el 40 y por cuánta diferencia iba a ganar el Unicaja (+29 finalmente).

No hay mucho margen para la alegría. El domingo por la mañana llega el Monbus Obradoiro al Palacio Martín Carpena. El partido arrancará a las 12.30 horas. Si el Unicaja quiere jugar la Copa del Rey del próximo mes de febrero necesita ganar sí o sí. Las jornadas pasan y hay que sumar varias victorias más. Las de casa, aunque sean sin la ayuda de la «Marea verde», son imprescindibles para llegar al objetivo. Será un partido casi decisivo. Ahora toca descansar e intentar rercuperar. Falta hace.