­El mantra oficial entonado por las autoridades, consistente en que en Málaga no hay crimen organizado, sigue siendo desmentido a golpe de realidad periódicamente. Y Mijas, en ese fenómeno criminal que aqueja a la Costa del Sol, parece adquirir cada vez más protagonismo. Cuatro muertes violentas se han producido en el litoral desde que empezó el año, tres de ellas en Mijas. Un varón de 30 años fue acribillado ayer a balazos en la urbanización mijeña de Miraflores, tras lo que el ejecutor o ejecutores se dieron a la fuga en un vehículo que era hallado horas más tarde en la zona de Cabopino, en Marbella, calzinado de forma intencionada, para "evitar que cualquier tipo de prueba se pudiera detraer".

El tiroteo se produjo, según fuentes cercanas a la investigación, en la calle Geranio de Miraflores, en el sitio de Calahonda. Se da la trágica circunstancia de que otro hombre de 30 años fue también asesinado a tiros a las 19.00 horas del pasado 17 de septiembre por dos sicarios que circulaban en una motocicleta en la calle Águila, en una zona conocida como Camino de Las Cañadas, en Las Lagunas. La víctima iba a abrir su coche cuando los ejecutores se pararon junto al automóvil para disparar hasta siete veces un arma de fuego. De hecho, la Guardia Civil tiene abierta una línea de investigación para saber si hay conexión entre ambos tiroteos, según informó el subdelegado del Gobierno, Miguel Briones.

A finales de mayo, la Guardia Civil encontró un cadáver maniatado que presentaba varios impactos de bala en el interior de una vivienda ubicada en la urbanización mijeña de Riviera del Sol, después de que los vecinos se percatasen del fuerte olor a descomposición.

El flirteo de Mijas con estos grupos criminales no se queda ahí: el pasado sábado la Policía Nacional detuvo a siete personas, entre ellas dos menores de edad, que conformaban un grupo de sicarios desplazado a Málaga desde Madrid para acabar con la vida de un empresario y sus dos escoltas a cambio de más de 90.000 euros. La red iba a cumplir el encargo, según la policía, de varios cárteles colombianos, imitando el modus operandi del país: convertir en asesinos a menores de edad, cuya pena es menor, y huir en motocicletas.

Asimismo, el pasado 1 de septiembre un vecino de una urbanización de Riviera del Sol halló un el parking un coche cargado con armas y explosivos: granadas, morteros y un fusil de asalto AK-47 formaban parte de la siniestra colección. Fuentes policiales lo vincularon con el crimen organizado.

Además, el 8 de abril un joven fue asesinado a tiros en el barrio marbellí de Las Albarizas por una deuda. Recibió tres disparos.