El teatro musical ha sido una inagotable fuente de inspiración para el cine y viceversa. Montajes como Chicago, Los Miserables, West Side Story, Jesucristo Superstar o Grease conocieron el éxito en Broadway antes de llegar a Hollywood. Y también se da el caso contrario: cintas como El rey león, Billy Elliot, La bella y la bestia o Sister Act han trasladado sus historias de la pantalla al teatro. En este segundo grupo se encuentra Dirty Dancing, musical basado en la popular cinta protagonizada por Jennifer Grey y Patrick Swayze que este verano se representará durante casi un mes en el Teatro Cervantes.

Entre el 12 de julio y el 6 de agosto, los malagueños podrán revivir en 31 funciones (de martes a domingo) el romance entre Baby y Johnny y su repertorio de canciones como (I´ve Had) The Time of My Life, Hungry eyes, Hey! Baby Do you Love Me?, entre otras. Un total de 25 artistas entre actores y músicos hacen posible esta producción que presenta una particular escenografía con plataformas giratorias para cambiar de escena sin bajar el telón y un vestuario ambientado en los años sesenta.

«Se trata de una adaptación muy fiel de la película, porque la gente viene a ver lo que ya ha visto en el cine, y supone un reto para nosotros interpretar a personajes como éstos», aseguró ayer en la presentación el actor Christian Sánchez, que encarna a Johnny Castle, personaje que convirtió a Swayze en todo un mito erótico.

Sánchez explicó que Dirty Dancing fue «una película que marcó un hito en su época y supuso un antes y un después al romper tabúes del momento y abordar temas controvertidos, como el aborto y el racismo». «También habla del despertar sexual de una chica de 17 años, algo que su familia no acepta», expuso. El protagonista del musical aseguró que ni él ni su compañera, Amanda Digón, que encarna a la joven Baby, quisieron «limitarse a hacer una imitación de los protagonistas de la película», por lo que dejaron de verla para asó «crear un personajes de verdad alejados de los clichés».

Por su parte, Digón confesó que la principal dificultad para los actores es hacer «que cada escena transmita lo mismo que la película» y explicó que el montaje gusta a público de muchas edades. «No sólo viene los que vieron la película, el musical funciona con todos, porque es una historia de amor, de conflicto y de cómo un personaje cambia al otro». La versión teatral de Dirty Dancing llega a los escenarios bajo la dirección de Federico Bellone y producida por LetsGo Company. El musical ha sido adaptado por Eleanor Bergstein, la misma guionista de la película rodada por Emile Ardolino en 1986 y estrenada un año después.