Su despacho de la calle Ramos Marín está presidido por dos grandes fotos: una instantánea de Orson Welles rodando en Madrid Mr. Arkadin y un fotograma de Bienvenido, Mr. Marshall. Juan Antonio Vigar es un hombre de cine: «Quien me conoce sabe que me puedo entretener en la charla sobre cine sin mirar el reloj; incluso puedo resultar pesado», dice entre risas. Discreto, riguroso y meditado siempre en sus respuestas, Vigar nos habla sobre su incorporación como capitán del certamen y los retos que tiene en su agenda.

Ha dicho estos días que asumir el timón del Festival de Málaga le supone un «reto maravilloso». ¿Es más reto que maravilloso?

No, es un reto y es maravilloso. Reto porque hablamos de un festival muy importante, que sirve, y mucho, a los intereses de la industria del cine español y que supone un gran proyecto de ciudad, de Málaga. Y maravilloso porque que un malagueño como yo pueda tener responsabilidades en una empresa como ésta, tan necesaria, me resulta un privilegio.

¿Cuál cree usted que será su aportación al certamen?

Llevo dedicado a la gestión cultural desde 1983. Mi experiencia profesional en Málaga me ha permitido conocer gente, tener relaciones amplias, cómplices y fluidas con la cultura de esta ciudad. Por ello, pretendo que el festival y la cultura malagueña estén más unidos, que el Festival esté más presente en la cultura local y que la cultura local esté más presente en el Festival.

Salvando su paréntesis al frente de la dirección del Área de Cultura de la Diputación, desde el año 2000 usted ha estado en el organigrama del certamen. Por ello quizás se enfrente a un dilema: utilizar esta experiencia como punto de partida o preferir una mirada limpia, como si llegara de nuevas.

Prefiero una combinación de ambas. Sería un error renunciar a la experiencia, que es algo que te permite saber por qué camino llegar más rápido a los objetivos que interesan, optimizar los recursos logísticos y humanos... Pero, por otro lado, a pesar de esa experiencia, creo tener la voluntad de hacer cambios, la voluntad de crecer en donde considero que hay margen de crecimiento. Ésa sería una mirada nueva, más inocente, si se quiere.

Tiene usted muchos retos. Por ejemplo: no muchos se explican por qué no llegan aquí películas españolas de gran calado. El año pasado ocurrió con Grupo 7, por ejemplo.

En el Festival realizamos un seguimiento absoluto de todos los rodajes que se desarrollan en España, y no se nos escapa ni uno. Cuando consideramos que hay una película de interés del Festival intentamos conseguirla por todos los medios, y hablamos con todos los implicados en ese proceso. Pero luego la realidad es la que es... En el caso concreto de Grupo 7, no sólo la voluntad de su director y el deseo del Festival fueron suficientes; Warner, la distribuidora, tenía un plan de estreno fijado con antelación. Intentamos ser lo más persuasivos posibles pero ellos son una multinacional, una major, y no cambiaron de idea. La industria tiene este tipo de condicionantes. En la mayoría de las ocasiones, créame, no conseguimos ciertas películas no porque no lo intentemos sino porque las circunstancias lo imposibilitan.

Otro reto: acabar con los prejuicios que atenazan al Festival de Málaga. Desde fuera se le sigue viendo como un certamen de entretenimiento, no artístico, de fans gritonas...

El Festival de Málaga puso en valor algo en lo que nadie creía, y es un mérito que no se nos ha reconocido como debiera: hasta que nace el Festival de Málaga no se piensa en serio que en este país hay un star system nacional, que hay actores y actrices españoles que pueden tener el cariño del público y generar complicidad con ellos. Nace la alfombra roja de Málaga y, qué curioso, empieza a ser un modelo a imitar. Dicho esto,tengo que señalar que de un tiempo a esta parte, sobre todo desde la pasada edición para acá, se ha producido una pérdida de prejuicios respecto al Festival de Málaga. Tuvimos una estupenda decimoquinta edición, en sentido global, muy bien armada y con cierto equilibrio de las cosas. Y no hemos parado de recibir un feedback muy positivo de la industria española. Málaga se ha reforzado, así que espero que podamos rentabilizar todas esas buenas sensaciones.

A las claras: creo que Málaga ha dado más al cine español que el cine español a Málaga.

Cuando un producto nace, y el de Festival de Málaga sigue siendo muy joven en comparación con certámenes como San Sebastián, Sitges o Valladolid, es normal que tenga que ser más convincente, que tenga más que ofrecer que recibir. Eso fue un condicionante para los primeros años, que nos permitieron ir asentándonos. Pero estoy con usted en que cada vez tenemos que hacer que la ciudad sea más y mejor recompensada por el cine español. El Ayuntamiento hace una apuesta económica por la industria muy a valorar y tenemos que intentar que el retorno a la ciudad sea el mayor posible.

Llegó usted en una época turbulenta del Festival, con los despidos de Franjo Parejo y Antonio Luque, los dos brazos derechos de Carmelo Romero. ¿Ha terminado ya?

Sí, las turbulencias están más que superadas. En lo laboral hay un magnífico ambiente, la gente está hecha una piña, trabajando todos a una. Y en lo económico, el certamen está ahora mismo saneado por completo, no debe nada a nadie; nuestro plazo promedio de pago a los proveedores ha sido de 23 días. La gestión del Festival es clara, transparente y eficiente.

¿Hemos sido injustos con Carmelo Romero?

No han sabido entender lo que ha aportado Carmelo al certamen. Es un magnífico profesional, muy respetado en todos los ámbitos del cine español y con un prestigio internacional ganado año tras año por su labor de difusión del cine español. Las circunstancias que rodean a las personas a veces hacen que su trabajo se desvíe de los objetivos iniciales. Creo que a veces se le ha juzgado equivocadamente, que no se ha sido justo con todo lo que ha aportado al Festival. Es una opinión fruto del cariño y del respeto que tengo hacia Carmelo.

¿Seguirá su consejo?

Por supuesto. Ahora que se ha quedado liberado de las labores gerenciales, más complejas, se podrá dedicar a la asesoría, las relaciones internacionales y otros elementos que son fundamentales. Le quiero en el Festival el tiempo que el quiera estar.

¿Qué acentos quiere marcar en su etapa?

Lo que me interesa y me obsesiona en este momento es ganar futuro. Reforzar nuestra relación con la industria, que seamos usados en el buen sentido de la palabra por el cine español, que se fortalezca al máximo la relación del Festival con la ciudadanía y la gente de la cultura de aquí... Ésa es la forma de ganar futuro.

También ha señalado que le interesa que el certamen extienda su sombra en la ciudad y en el calendario.

El Festival no puede ser algo que florezca de pronto un sábado de abril y termine la semana siguiente; tiene que ser esperado por la ciudadanía. Así que, aprovechando mi experiencia con el mundo de la cultura, estamos trabajando en Málaga De Festival, que parte de una idea muy simple: tratar de que en las semanas previas al certamen el cine sea protagonista de la cultura y la cultura sea protagonista de la ciudad. Así se vivirá el Festival de una manera mucho más intensa.

Da la impresión de que concibe el certamen más como una institución que como un acontecimiento.

Es que el Festival es una sociedad municipal que se encarga no sólo del certamen. Se piensa que nos dedicamos todo el año a diseñar el evento, y es verdad, pero somos mucho más que eso: somos el Cine Albéniz, que tiene una personalidad propia, con vocación de servicio público, con una apuesta al margen de la cartelera comercial; somos las proyecciones en los distritos para generar afición en el ámbito familiar; somos los cinefórums y debates con El Cine En Tu Zona... Me gustaría que la sociedad del Festival dejara de ser una gran desconocida.

¿Entiende a los malagueños que se hayan sentido marginados por el certamen?

Sí, lo puedo entender. Respecto a la cultura cada uno genera unas expectativas, que a veces se ven satisfechas y otras no. Y la insatisfacción genera desencuentro, críticas... Algo que debe ser elemento de referencia y análisis para el equipo del Festival. Tendremos que ver si esas expectativas insatisfechas eran fundadas o en qué medida han sido frustradas por falta de perspicacia o generosidad del Festival.

Lo cierto es que el año pasado, cuando regresó como adjunto a la dirección, la presencia del audiovisual local fue muy intensa.

Sí, pusimos más películas malagueñas y andaluzas que en cualquier edición. Le puedo asegurar que nada de lo que se haga en Málaga va a quedar fuera del festival. Lo estudiaremos, lo analizaremos, abriremos la ventana y buscaremos que su encaje sea el mejor y el más justo.