Los exiliados románticos

Dirección: Jonás Trueba

Intérpretes: Vito Sanz, Renata Antonante, Francesco Carril, Isabelle Stoffel, Luis E. Parés .

Debe de resultar duro ser Jonás Trueba: por un lado, para el consumidor de cine más casual y mainstream, es el jovencito ése pedantón que tenía un blog en El Mundo en que hablaba de gente muy rara; por otro, para los sibaritas de las películas, simplemente un aprendiz de francés con poco que ofrecer más que una regurgitación de un puñado de referencias más o menos inexcusables. La dicotomía no va a cambiar con 'Los exiliados románticos', desde luego, otro esfuerzo más de Trueba por continuar la estela de un cine -en realidad, de una forma de hacer cine, de la que el joven es exégeta hasta en sus manierismos- que, hasta cierto punto, se ha convertido en un lugar común, cada vez más prescindible y más adecuado en las enciclopedias que en las salas.

Mucho se habla de Éric Rohmer cuando uno se refiere a 'Los exiliados románticos' -que, por cierto, podría ser un remake con cierta ínfula autoral de la descacharrante 'Eurotrip'-, pero es simplemente una cuestión de formas y de concepto. Como en el cine de Rohmer, Trueba busca aprehender momentos, de una forma ligera, casi despreocupada, pero finalmente definitoria; a diferencia del cine de Rohmer, Trueba no pasa de lo hueco y lo vano, creando una película que parece ir desvaneciéndose lánguidamente mientras se va proyectando. Lo que resulta absolutamente antirohmeriano son esos personajes que se explican a sí mismos -una frase como «Quizás no termine la tesis para no tener que enfrentarme a tomar decisiones» sería impensable en una cinta del autor de 'La rodilla de Clara') y, muy especialmente, esa música que pespunta las imágenes con molesta insistencia, con canciones de letras tan cuquis como «Podemos ver cine italiano / O si lo prefieres cine francés / Nos buscaremos las cosquillas / Las agotaremos en un mes». Las referencias más o menos cultistas y la seudogodardiana repetición de citas como «Si viajas solo vas más rápido; si viajas acompañado llegas más lejos» (tuiteada hace poco por el futbolista Isco Alarcón, un individuo poco sospechoso de afinidades con la nouvelle vague) revela el fondo del problema: Los exiliados románticos, debajo de las formas a las que aspira y las alturas a las que mira -exóticas en un cine español en general demasiado prendado todavía del costumbrismo-, es un lugar común carente de verdadero interés.