Llevan casi un mes en la capital malagueña y todavía no salen de su asombro. Algunos han repetido hasta tres y cuatro años en el mismo lugar y con la misma familia y todavía siguen impresionados ante los recursos y la calidad de vida de sus familiares de acogida. Se trata de un grupo de 20 niños y niñas saharauis que llegaron el pasado 23 de junio a Málaga en busca de unas Vacaciones en paz. Estos niños, de entre 8 y 12 años de edad, fueron recibidos ayer por el alcalde, Francisco de la Torre, y el delegado del Pueblo Saharaui en Andalucía, Abdala Jilil, en el Salón de los Espejos del Consistorio.

Asombrados por la presencia de cámaras, fotógrafos y periodistas, algunos niños se escondían detrás de los micrófonos, mientras que otros no dudaban en manifestar la alegría que sentían por volver a estar en Málaga. «Estaba deseando que llegase el momento de venir, porque me encanta España», asegura Mohamed, quien señala que entre sus actividades preferidas están jugar a los videojuegos, ir a la playa o jugar al fútbol. «Ésta es la última vez que puedo venir», lamenta.

Actividades que forman parte de nuestra rutina a ellos les resultan un auténtico lujo: «Les encanta regar el patio, fregar los platos e ir a la playa y la piscina. Tanto, que el primer niño que tuve se quedó diez minutos mirando el mar sin hablar», apunta Margarita Moreno, quien lleva diez años acogiendo a niños saharauis. «Otra de las cosas que más le llama la atención es la ducha, aunque a lo que le dan verdadero valor es al buen trato que reciben», apostilla.

A Bahiir, por su parte, le impresionó ver como con abrir el grifo podía tener todo el agua que quisiese o como al pulsar un botón, la habitación se iluminaba. «Le da miedo el agua, y lo suelo llevar a nadar para que lo pierda», señala su primo. Aunque Bahiir no es el único que siente respeto hacia el mar. Farra, de 11 años, confiesa estar encantada con Málaga y dice que, aunque lo que más le gusta es darse un chapuzón en la piscina, cuando la ve piensa que se va a ahogar. «En el Sáhara no hay tanta agua como aquí», relata.

Recortes

Por su parte, desde la Asociación Malagueña de Amigos del Pueblo Saharaui aprovecharon para reclamar más ayuda por parte de las administraciones, pues debido a la crisis «se están produciendo demasiados recortes». «El precio de los billetes de avión cada año sube más y a nosotros nos cuesta mucho traerlos individualmente», señala Francisca Morales, vocal de la Asociación, quien lamenta que «no hay dinero y las subvenciones no llegan a tiempo». En este sentido se pronuncia su compañera Antonia Silva, quien califica de «injusto» que las instituciones saquen la tijera y sea en estas partidas «en lo primero que recortan».

Por último, De la Torre expresó su «deseo» de que «la conflictividad que hay detrás de este problema humano y social se resuelva en unos términos satisfactorios para todos» y confió «en el reconocimiento de las resoluciones internacionales de Naciones Unidas en relación con las aspiraciones del pueblo saharaui».