Los estudios más recientes afirman que el estrés, junto a otros trastornos del comportamiento, es ya el responsable último de entre el 50% y el 60% de los días de absentismo que se registran en España, ya que sus efectos no se limitan a los típicos ataques de ansiedad sino que se enmascaran en todo tipo de dolencias comunes. Alteraciones en el sueño, problemas de cervicales, lumbalgias, trastornos gástricos, infecciones de la piel y hasta alopecias son algunos de los síntomas que denotan cuando un trabajador ha sobrepasado con creces la tasa de estrés laboral que le hace pasar de ser un empleado activo y motivado -algo en principio bueno- a otro totalmente agobiado por las circunstancias y por la carga de trabajo. Tanto el estrés como el síndrome del burn out (el «quemado» en el trabajo) fueron ayer los puntos centrales de una jornada organizadas por el Centro de Prevención de Riesgos Laborales de Málaga de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empleo.

«El estrés no es algo nuevo en esta época, se viene estudiando desde hace décadas, aunque es cierto que factores como la crisis económica, la inestabilidad laboral y la incertidumbre pueden haber actuado como factores extra. Pero también es cierto que hoy día, con tanta gente en paro, muchos pueden decir: gracias a Dios que tengo estrés», apunta Olga Merino, fisioterapeuta, psicóloga y experta en prevención de riesgos laborales de Fremap. Cuando el estrés laboral se hace crónico en un trabajador se llega a la fase del burn out.

Merino, que ofreció las ponencias principales de las jornadas, recuerda que el estrés está afectando actualmente sobre todo a las profesiones que más relaciones humanas implican, aunque nadie está a salvo del mismo. «De hecho, ya se han tratado casos de burn out incluso entre universitarios», comenta. Por eso, si se quisiera hacer una lista con las profesionales con más riesgo de acabar «quemados», no duda en meter en el caso a profesionales sanitarios, docentes, policías, trabajadores sociales, teleoperadores y cualquier otro puesto que implique trato directo con usuarios y, por consiguiente, «gasto emocional».

«Un trabajador con estrés crónico presenta baja realización personal y agotamiento emocional, por eso desarrolla una especie de cinismo que le lleva a despersonalizar a las personas a las que atiende. Es decir, como no tengo ni los recursos ni las estrategias necesarias por parte de mi empresa para hacer mi trabajo, me distancio y trato a los usuarios como números para no verme afectado en lo personal», afirma. El coste para la empresa es también alto: baja el rendimiento y la productividad y sube el absentismo laboral, ya que el estrés actúa como potenciador de cualquier tipo de dolencia física.

Del «quemado» al «aburrido». «El estrés es el riesgo laboral por excelencia y ha existido toda la vida, ya que somos seres biopsicosociales», apunta Merino, que recuerda que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya lo tiene clasificado como enfermedad profesional. No así en España, ya que es difícil esclarecer si el estrés que sufre una persona puede ser directamente achacable a su trabajo y no también a factores como su vida personal o familiar.

¿Qué se puede hacer para prevenir el estrés profesional? Existen prácticas de relajación y gestión del estrés que pueden ser aprendidas por los trabajadores en cursos de formación, aunque también una parte corresponde a la empresa: desde gestionar bien al carga de trabajo a crear un buen clima laboral, pasando por ejercitar de forma positiva las tareas de liderazgo.

Por cierto que el burn out tiene también su reverso de la moneda: lo llaman el síndrome del bore out (el aburrido hasta el extremo) y hace referencia a trabajadores desmotivados debido a que ocupan puestos muy por debajo de su cualificación profesional, un perfil también muy extendido con la crisis. «Cuando una persona muy preparada termina en un trabajo por debajo de su preparación puede acabar frustrada y desmotivada», reconoce Merino.

La delegada del Gobierno de la Junta en Málaga, Marta Rueda, recordó en la presentación del seminario que la salud mental de los trabajadores suele ser la gran olvidada en la prevención, que se ocupa más de aspectos como la seguridad en el trabajo de las posturas ergonómicas. «Trabajar en un entorno laboral amable y conciliado facilita mucho el rendimiento del trabajador», apuntó Rueda.