El asesinato a tiros de Gerard «Hatchet» Kavanagh este fin de semana en la zona de Elviria, en Marbella, ha levantado la expectación mediática en Irlanda, donde los pasos de la víctima eran seguidos por su presunta relación con el tráfico de drogas y el clan de los Kinahan, una red instalada en la Costa del Sol y de la que el fallecido sería un hombre fuerte. Ahora, los investigadores se centran en conocer cuáles fueron los movimientos de Kavanagh para tratar de desentrañar las causas del tiroteo que acabó con su vida. Así, según reflejaban ayer los medios irlandeses, la policía estaría investigando las últimas llamadas registradas en su móvil, que fue hallado en el pub de Elviria en el que fue atacado por dos tiradores vestidos de negro y con la cara cubierta y que le dispararon hasta nueve veces a sangre fría antes de huir.

Medios como el Irish Times o el Daily Mail informaban ayer de que se baraja la posibilidad de que Kavanagh, que residía desde hace unos años con su esposa y sus dos hijos en la Costa del Sol, hubiera quedado con una mujer o con algún conocido en el bar donde fue tiroteado y que ese encuentro hubiera sido una encerrona encaminada a su asesinato por parte de dos sicarios profesionales. Otros periódicos como el Irish Mirror indicaban en su página web que la muerte de Kavanagh puede estar presuntamente relacionada con un enfrentamiento entre el clan Kinahan y la mafia rusa por unos pagos del narcotráfico.

Gerard Kavanagh, natural del barrio dublinés de Drimnagh, había tenido problemas con la justicia desde su juventud. En 1996 fue condenado a cuatro años de cárcel por tráfico de drogas y tras cumplir su condena presuntamente comenzó a trabajar para el clan de Christopher Kinahan, para el que supuestamente realizaba tareas como el control del tráfico de estupefacientes o el cobro de deudas.

Según la Gardai, la policía irlandesa, Kavanagh ya había sufrido otro intento de asesinato por parte de una banda irlandesa rival.