­El asalto al tren de Glasgow de 1963 marcó un punto de no retorno en los grandes atracos. Fue el robo del siglo XX. El del XXI, al menos en Málaga, lo dieron cuatro hombres en El Corte Inglés de Puerto Banús en la tarde del 18 de noviembre de 2012, cuando lograron llevarse un botín de 4,7 millones de euros en joyas y relojes de las más exclusivas marcas. El juicio se celebró ayer en la Audiencia Provincial de Málaga, y los siete acusados de participar en el golpe, los tres asaltantes, el vigilante que les allanó el camino y el hombre y las dos mujeres que recibieron las joyas, aceptaron su culpabilidad a cambio de una sustancial rebaja en las penas.

Al principio, éstas eran estratosféricas. En total, sumaban 156 años y medio de cárcel: 38 años para dos de los autores del atraco, 41 para un tercero y 34 para el vigilante que les facilitó la entrada a El Corte Inglés de Banús. La Fiscalía hizo ayer una considerable rebaja de los delitos, de forma que suprimió, por ejemplo, los de detención ilegal de otros empleados y vigilantes de la zona comercial. Finalmente, uno de los atracadores fue sentenciado a ocho años y medio por robo con violencia, robo de uso con vehículo y tenencia ilícita de armas; otros dos a siete años por los dos primeros tipos; y el vigilante a cinco por robo con violencia.

De los tres que recepcionaron las joyas, uno ha sido condenado a un año de cárcel, una mujer a seis meses y una tercera a trabajos en beneficio de la comunidad. El preso más antiguo de España, Miguel Montes Neiro, ha sido absuelto, al igual que otra persona. Contra ellos sólo habían presentado cargos las acusaciones particulares, que representaban a las firmas de joyería y sus respectivos seguros, amén de a El Corte Inglés. La mayor parte de los acusados ha pasado años en prisión preventiva, por lo que les queda poca pena por cumplir.

El abogado de Montes Neiro, Martín Eliseo Rodríguez Bernal, aseguró que están pensando en presentar una reclamación por daños y perjuicios, y recordó que un solo día de condena hubiera supuesto para su cliente entrar en la cárcel. «Si Miguel me da la orden, lo pediremos».

El relato de hechos podría formar parte de cualquier película del género negro, con la salvedad de que sucedió de verdad. Cuenta la Fiscalía de Málaga que los acusados J. R. D. L., L. I. M., R. A. P. M. y J. A. G. G. se concertaron «para cometer un atraco» en un gran centro comercial de Puerto Banús el día 18 de noviembre de 2012, ya que al ser domingo el establecimiento estaría cerrado, y además coincidiría con el turno de trabajo de J. R. D. L., vigilante de seguridad del negocio. Éste, incluso, cambió su turno.

A las 16.20 horas de la tarde, tres de los acusados se presentaron en la puerta de la superficie «como supuestos trabajadores para realizar unas obras dentro» del edificio. Entraron además gracias al vigilante de seguridad, que les abrió la puerta sin obstáculos.

Una vez dentro, continúa el fiscal, los tres atracadores se pusieron sus respectivos pasamontañas. Ya sabían, porque se lo dijo el guarda, dónde había otros dos vigilantes y tres trabajadores. «Apuntaron con un arma de fuego con silenciador al jefe de seguridad y al auxiliar, atándolos, colocándoles cinta adhesiva en la boca y una capucha de tela negra impermeable». También ataron a tres empleados que hacían reformas en una tienda del conjunto comercial.

Uno de los acusados, siempre según señala la acusación pública en el escrito de acusación, se apoderó de las llaves del coche del auxiliar de seguridad, y el otro le sustrajo a su jefe una pistola cargada con seis cartuchos. Luego llevaron a los vigilantes y a los empleados a la sala de descanso del personal, y allí estuvieron hasta las 19.30, es decir, más de tres horas.

Luego, prosigue el acusador, su compinche les dio «el disco duro en el que se grababan las imágenes de las cámaras de vídeo vigilancia, así como todas las llaves que tenía de la zona de joyería y cajas fuertes».

Tras forzar muebles y en otros casos usando las llaves, los acusados se apoderaron de «joyas y relojes de gran valor», pertenecientes a primeras firmas, y causaron daños en el establecimiento. El valor, según la tasación pericial, de las joyas y relojes recuperados es superior a los 2,3 millones de euros, mientras que el material no recuperado vale 2,41 millones.

Una vez que se habían hecho con el botín, abandonaron el edificio los tres principales acusados y dejaron maniatados a las otra cinco personas, dice el fiscal.