Una Málaga distinta, alejada de la Carmen de Merimée, en la que, al contrario que en otras ciudades españolas, las postales no inciden mucho en el tópico sino que dejan constancia fotográfica de una ciudad en plena transformación. La compañía alemana de postales Purger & Co. tuvo la pericia de mirar nuestra ciudad con otros ojos y compartir esta visión con los miles de personas que compraron, enviaron y recibieron sus postales hace cosa de 110 años.

El pasado domingo, 4 de junio, se presentaba en la Feria del Libro de Málaga, editado por la UMA, el libro Málaga en las tarjetas postales de Purger & Co. hacia 1905, de los doctores en Arquitectura, el granadino Antonio Gámiz Gordo, profesor titular de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla y el malagueño Luis Ruiz Padrón, delegado en Málaga del colectivo de dibujantes urbanos Urban Sketchers.

La obra ofrece a tamaño real 78 postales coloreadas de las 90 que Purger & Co. dedicó a la provincia de Málaga (solo se incluye Málaga capital y se han descartado postales casi idénticas a las seleccionadas) pero también cuenta con un valioso estudio previo de las postales, de la compañía alemana y de la imagen que ofreció de Málaga, un trabajo a cargo de los dos arquitectos.

Las postales coloreadas, pues no existía aún la fotografía a color, forman parte de la nutrida colección del profesor Antonio Gámiz, que inició, explica a La Opinión, a raíz de su tesis doctoral sobre la Alhambra «en la que catalogué 9.000 imágenes». «Investigo la ciudad, la arquitectura y el paisaje a a través de las imágenes», detalla. De hecho, los dos autores forman parte del grupo de investigación HUM-976. Expregráfica. Lugar, Arquitectura y Dibujo.

Se da la circunstancia además de que el profesor Gámiz ha dirigido la tesis doctoral de Luis Ruiz Padrón, que analizó la imagen de Málaga y su paisaje a través de dibujos y grabados hasta 1850. «Estas postales son una forma entroncar con esa historia y continuar un poco con la ciudad y el paisaje», comenta Luis Ruiz Padrón.

Para el arquitecto malagueño, al presentar esta serie de postales casi completa de Málaga capital, se puede concluir, en primer lugar, que se trata de imágenes de gran calidad, «incluida la propia composición de las fotografías».

En segundo lugar, a Luis Ruiz Padrón le llama la atención que esta serie sea «casi un publirreportaje de las novedades de la ciudad, que aunque ciertamente no tiene la pujanza industrial de antes, se reorienta hacia el turismo, pues es cuando surge la Sociedad Propagandística del Clima y Embellecimiento de Málaga».

Por eso, en tercer lugar también resalta el que aparezcan pocos monumentos históricos como la Catedral o la plaza del Obispo, y sin embargo abunden espacios nuevos «que se acaban de urbanizar y arbolar, con lo que se transmite la imagen de una ciudad de grandes arboledas, una ciudad verde, con plazas como la de Capuchinos o la Victoria, producto de la desamortización, pues la ciudad ha ganado espacios públicos».

Postales del Puerto de Málaga, el Parque naciente, de industrias como la Ferrería de Heredia, el trasiego diario en la Acera de la Marina, el paso de los tranvías de tracción animal a los tranvías eléctricos o de monumentos de próceres de la Málaga industrial como Manuel Domingo Larios y Manuel Agustín Heredia nos ofrecen un panorama atípico en comparación con otras ciudades andaluzas.

En este sentido, Antonio Gámiz llama la atención de que, por el contrario, cuando Purger & Co. fotografía Granada, «casi todo es la Alhambra» mientras que en Córdoba impera la Mezquita y en Sevilla, la ciudad andaluza más inmortalizada por la compañía alemana, con cerca de 300 postales, lo que más abundan son «los tipos populares».

También hay en la serie alemana tipos y escenas populares de Málaga con cenacheros, toreros y flamencas, pero son una minoría.

Por contra, Luis Ruiz Padrón llama la atención sobre «la impresionante cantidad de fotografías» dedicadas a los nuevos espacios de la burguesía del Paseo de Sancha, La Caleta y El Limonar, postales de pequeños vergeles con hotelitos que superan en número a las dedicadas al Centro Histórico.

Aunque es complicado datar las imágenes, sí parece que están tomadas alrededor del año 1905. «Las postales son siempre posteriores a 1900 porque el relleno del puerto está y en torno a 1905 porque ese año las postales empiezan a ser divididas para escribir la dirección y el texto» (antes, se escribía en el hueco que dejaba la propia fotografía y en el reverso, solo la dirección).

Como curiosidad, la serie nos deja imágenes de la construcción y terminación de edificios, como un palacete de estilo veneciano en la avenida del Pintor Sorolla o la lejana estampa en obras del famoso Palacio de la Tinta, lo que evidencia que las distintas fotos se tomaron en un espacio corto de tiempo. «Es casi una secuencia en la que somos testigos de cómo va creciendo la ciudad», apunta Luis Ruiz Padrón,

En cuanto a la casa Purger & Co. de Munich, Antonio Gámiz señala que llegó a realizar más de 15.000 postales diferentes de más de veinte países (de España, unas 1.500), que destacaron por su belleza. En Málaga las comercializaba la Papelería Catalana de la plaza de la Constitución, un local ocupado luego por la Librería Cervantes, que cerró en 2010.

Sin embargo, el profesor resalta que se conocen pocos datos de la compañía, y es muy posible que la sede y los archivos quedaran destruidos durante la Primera Guerra Mundial, pues no se conoce actividad tras la Gran Guerra.

Para Antonio Gámiz, el de las postales es un coleccionismo «modesto» en lo económico pero de gran importancia «cultural y documental», aunque todavía no sea frecuente la compra de colecciones por parte de museos o la donación a estos.

A su juicio, la visión de esta Málaga de 1905 ofrece «un punto de referencia para reflexionar sobre lo que es el progreso». En este sentido, aboga porque siempre haya «un debate ciudadano, una reflexión sobre el paisaje y que no sea la decisión de unos políticos en su despacho».

A este respecto, Luis Ruiz Padrón precisa que este libro puede ser «un granito de arena» en la conciencia sobre el paisaje, entendido no solo por «lo que vemos», sino como «un constructo cultural que nos hace vincularnos con el lugar en el que vivimos y preocuparnos con la comunidad».

Por eso, reflexiona y señala que el contemplar este paisaje de la Málaga de 1905 puede tener algo de nostalgia, «un componente afectivo que es bueno, pero también es un elemento de progreso y de futuro, porque las ciudades que más valoran su paisaje, posiblemente son las que tienen mayor capacidad económica».

Al hilo del respeto al paisaje, el progreso y el debate ciudadano, al arquitecto malagueño no le gustaría encontrarse algún día con una postal de una Málaga con un gigantesco hotel en el puerto «cortando además la línea del cielo».