Isco jugará el próximo lustro de su carrera en el Real Madrid. El chaval sigue de vacaciones en Ibiza sin soltar prenda, pero hay unanimidad en la prensa nacional y mundial sobre esto y así parece que será. El don de palabra de Florentino Pérez ha podido con el don de gentes de Manuel Pellegrini, nuevo técnico del Manchester City, el otro club que ha pujado en las últimas semanas por desvestirlo de malaguista y llevarlo a su «corral». Dicen que a «Floren» le ha deslumbrado el todavía malaguista en el Europeo sub´21 y que Zidane ha acabado por convencer al todopoderoso presidente merengue de que el de Benalmádena es necesario para iniciar el enésimo camino hacia la «Décima».

Pues si es así, creo que Isco se equivoca. El Golden Boy ha dicho a su gente que tras lo de Israel, Brasil 2014 es su gran objetivo. Que quiere estar dentro de 12 meses en el Mundial con la «Roja». Que se ve capacitado para aportar cosas también con los mayores. Y para ese destino final, el City habría sido mucho mejor aliado que el club de Concha Espina.

Y es que para que Del Bosque te llame a semejante cita es obligatorio jugar. Casos como el de Íker Casillas son los menos. Llorente se enfadó con Bielsa, dejó de jugar en el Athletic y hoy verá el España-Nigeria como usted y como yo, por la tele. Igual que tantos otros que ahora o antes se han quedado en el camino por no tener minutos en sus clubes.

Yo estoy seguro de que Isco puede triunfar en el Real Madrid. Pero sé que la exigencia va a ser brutal con él desde el primer día. El club merengue es una máquina de «triturar» estrellas. La paciencia brilla por su ausencia en el Bernabéu y la presión no da margen de maniobra. En el Madrid, Isco podrá jugar uno o dos malos partidos seguidos. Al tercero, el entorno estará pidiendo su cabeza, que salga del equipo y que entre otro. Como les ha pasado a Kaká, Higuaín, Benzema, Pepe, Coentrao... O antes a Morientes, Guti, Van der Vaart, Robben...

En el City, sin embargo, jamás le pasaría eso. Podría tener un bajón y jugar mal un día, dos , tres y hasta cinco. Pero Pellegrini lo conoce, sabe lo que puede dar de sí y seguiría aguantando y contando con él. Por eso creo que Isco se equivoca. Porque en este caso más vale lo bueno conocido que lo bueno -o a lo mejor malo- por conocer.