Han venido a encontrar sus raíces. Los descendientes del fundador de Arroyo de la Miel, el italiano Félix Solesio, recorrieron la ciudad donde se fraguaron los cimientos de su familia. Algunos ya conocían la historia de boca de sus abuelos y otros se reencontraron con los recuerdos olvidados de sus antepasados.

La rama directa de `la saga de los Solesio´ no se lo quiso perder. Desde Portugal, Alicante, Barcelona, Cádiz e incluso la propia Italia, se desplazaron hasta la Costa del Sol para rendirle homenaje. "Conocía la historia por unos documentos encontrados en Ayamonte, es maravilloso poder juntarnos y descubrir más cosas sobre Don Félix", señala Carlos Solesio, uno los tataranietos que ayer acudieron a Benalmádena.

El primer habitante de Arroyo de la Miel nació en la ciudad italiana de Finale Ligure en 1739 y con tan sólo 22 años inició en Madrid su labor como empresario papelero. Inducido por la amistad que mantenía con el malagueño José Gálvez viaja a hasta Málaga para dirigir la Real Fábrica de Naipes de Macharaviaya, que más tarde quiebra y le obliga a buscar otro sitio donde establecerse.

Agua. Los arroyos y nacimientos de agua benalmadenses le atraen como un imán por la necesidad del líquido elemento para la fábrica de papel. En 1784 decide comprar un cortijo al que llama `San Carlos´, que ahora es el germen del casco urbano de Arroyo de la Miel. Construye las primeras casas del pueblo, trae a trabajadores italianos e inserta la industria ganadera. En definitiva los cimientos de una ciudad en la que ha dejado su huella en monumentos como `la Tribuna´, batanes de papel y en los apellidos de muchos habitantes de este enclave Mediterráneo.

Manuela, José y Leonor Padimho acaban de llegar de Portugal y sorprendidos comprueban que es cierto, sus padres no les mentían. Guardan en un rincón de su historial familiar al creador de uno de los enclaves turísticos de España.

La iniciativa se enmarca en los actos de Hermanamiento de Benalmádena con la ciudad natal de Félix Solesio, Finale Ligure, un municipio costero italiano que ayer vivió de cerca la penetración de uno de sus vecinos en las calles plazas y estatuas con su nombre. Flaminio Richeri Vivaldi Pasqua, su alcalde, quiere que estos lazos perduren en el tiempo. Italia y Benalmádena unidas por el papel y el mar.