La célebre frase de «soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno» es del escritor argentino Martín Fierro. Como es obvio, señala que la bravura superior en campo ajeno es sinónimo de coraje. En el fútbol distingue a los jugadores de garra. Di Stéfano citaba a su paisano a menudo y le gustaba considerarse así; y lo era. Unía a su clarividencia, clase y velocidad, los pulmones, el coraje y el pundonor. De ahí que fueran famosas también sus broncas con los compañeros cuando no luchaban hasta el fin y eran timoratos en la pelea.

El Madrid de Zidane debería tomar nota de lo que significan esas palabras y ser tan bravos fuera como dentro. Sobre todo ahora, que se acercan los partidos decisivos y tendrán que llenar las alforjas en viña ajena en la competición donde tienen posibilidades: la Copa de Europa. En la Liga, donde lo tienen tan difícil como distancia les separa del Barça, han demostrado suficientemente su brillantez en el Bernabéu, pero suscitan dudas fuera. El Bilbao les mostró también el descosido que arrastran desde que no juegan con un medio centro típico, y no fueron a mayores por la falta de apoyo que sufrió Adúriz, además de su tradicional escasa fortuna rematadora contra los blancos. Con Williams en el campo y Muniain en forma, igual hubieran mojado en Chamartín. Y estamos hablando de un equipo de mitad de la tabla española; imaginemos ese mismo partido contra un grande de Europa, o en partidos de fuera, después de sus apuros contra nuestro Málaga, Betis y Granada, que no están para jugar la Champions. Es lo que viene a partir de ahora.

Particularmente me ha gustado siempre ver a mis equipos fuera de casa, que es donde se muestra el verdadero carácter en el fútbol y en cualquier deporte, y cuando les he visto fuertes, al margen de resultados, me han llenado de optimismo. El Madrid de Zidane, por lo que decíamos, llega a su hora de la verdad y solo la clase, que le rebosa a raudales, no será suficiente. Habrá que luchar y meter la pierna con determinación y sentido, y ahí es donde se le pueden ver las costuras. El Barça parece más fiable fuera de casa, quizás porque sí dispone de jugadores con oficio por delante de la defensa, como Busquets o Mascherano, si es preciso, y sus tres fieras de adelante pueden descuidar más que los merengues sus aportaciones defensivas. El Atleti, por el contrario, funciona como un acordeón y todos suben y bajan, fieles a la filosofía que puso en práctica Simeone cuando jugaba, que también cita al pasional Martín Fierro alguna vez.

Los campeones no se arrugan en ningún lugar, y, aunque puedan perder, dejan su sello donde juegan. El problema de Zidane es que eso solo no le vale con el Madrid, que parece obligado a ganarlo todo. Sería bueno que sus forofos repasaran la historia. Aprenderían bastante; creo. Leer es bueno.