La Cruz Verde se engalana especialmente el Lunes santo. Salen Los Gitanos y con ellos muchos calés que quieren acompañar «Al Señó Manué». Este año la cofradía vive con especial emoción su salida penitencial, porque se cumplen 75 años de la adquisición de la talla del Cristo de la Columna, hecha con la gubia de un imaginero gitano, Juan Vargas. Para celebrarlo, la hermandad estrenó ayer el libro de reglas, con una réplica en miniatura de marfil del Señor, y un estandarte bordado por su fiel hermano Juan Rosén.

Eran las 16.20 horas de la tarde cuando se abrieron las puertas en calle Frailes. Salieron los nazarenos de la sección del Señor, recibido en la tribuna improvisada de la Cruz Verde como un auténtico Dios. Sonó Mi Amargura y, poco a poco, se fueron incorporando las palmas y los acordes de guitarra flamenca a la parte trasera del trono. Al poco la distancia entre la banda y el trono era inmensa.

En cabeza de procesión, la banda de Cornetas y Tambores de los Dolores de Álora, mientras que abriendo la sección de la Virgen, la de la Estrella. Porque al Señor de los Gitanos parece no hacerle falta la música. «Una vez al año no hace daño», decía uno mientras se desabrochaba parte de la camisa. Otro grupo, animado con una guitarra, y los patriarcas, entonaba «Cantadle, cantadle, cantadle al Señor», mientras una señora mayor se remangaba la falda y alzaba la vista al cielo con la mano apuntando hacia arriba mientras su larga cola de pelo se movía con ángel.

Para evitar las esperas por la procesión de su cofradía de barrio, la Crucifixión, que había salido una hora antes, los Gitanos siguió, tras Peña, por Comedias y Nosquera para coronar Carretería, la calle popular por excelencia que esperaba con sus mejores palmas al Cristo, cuyo monte de claveles rojos y el dorado de su trono hacían resaltar más si cabe la oscuridad de su piel.

Los característicos nazarenos de esta corporación, que en lugar de capirote llevan coronas emulando a la de espinas, alumbraban con sus velas blancas el camino de la Virgen de la O.

Francisco Buiza talló a una dolorosa joven, morena, con largas pestañas y un hoyuelo en la barbilla. Los portadores de esta cofradía saben que llevan parte de la devoción de Los Mártires y no sólo a la madre de Dios, sino que también a parte de la Cruz de Jesús, portada en un ostensorio en la mano derecha de la titular mariana. Ante San Julián la Banda de la Zamarrilla interpretó Amargura Gitana, mientras, casi de seguido, se dotó de misticismo la llegada a Carretería con el sonido de Reina de San Román. «Qué guapa me la lleváis, ole y ole», espetó uno de los capataces a los portadores.

La hermandad malagueña volverá a vivir un día grande en este 2017 por el aniversario. Será el 23 de septiembre, cuando el Señor de la Columna recorra las calles de su feligresía. Este año la suerte es doble. Ya queda menos.