Novela histórica

La Guerra Civil como antes nadie la contó

David Uclés firma en Siruela ‘La península de las casas vacías’ una foma inédita y original de relatar la Guerra Civil de España a través de una saga familiar que es borrada de la faz de la península. Una novela ambiciosa y de largo recorrido

El novelista David Uclés.

El novelista David Uclés. / L. O.

Con la aparición de una nueva novela sobre la Guerra Civil de España, cabe preguntarse si todavía hoy, a punto de cumplirse 90 años desde su estallido, resulta interesante para los lectores un nuevo abordaje literario del conflicto que enfrentó a los españoles, y más cuando ya existe ya una ingente literatura al respecto.

Pero es el caso que con ‘La península de las casas vacías’ de David Uclés no podemos hablar de una novela más sobre la Guerra Civil. No lo es. ‘La península de las casas vacías’, no sólo por su volumen de casi 700 páginas, sino por su ambición, por la amplitud de su relato que abarca todos los escenarios posibles de aquellos años de guerra, por la originalidad con que aborda su narración, nos hace girar el rostro y mostrarnos una forma diferente y a la vez mitológica y ambiciosa de aquel conflicto entre españoles.

No es sólo el recurso a ese realismo mágico al que el propio autor alude como gran andamiaje narrativo es sobre todo, la libertad creativa total con la que Uclés levanta su historia que le ha permitido estar libre de ataduras para escribir así una obra diferente

David Uclés, con una aún corta trayectoria como escritor, nos brinda pese a ello por fin esa novela que relata los implacables y durísimos años de guerra en un país, que llama Iberia, desolado y convertido en campo de batalla de la supervivencia por la vida.

Y lo hace a través de una saga familiar, los Ardolento, o Arlodento que desde el pequeño pueblo de Jándula (trasunto del de Quesada, donde vive el autor), se irá dispersando y descomponiendo por toda la península ibérica, una familia que pasó de contar con una cuarentena de miembros en julio de 1936, a desaparecer apenas tres años después. Sólo quedó uno, Odisto, el padre. Es, como escribe en su prólogo el autor, «la historia de la descomposición total de una familia, de la deshumanización de un pueblo, de la desintegración de un territorio y de una península de casas vacías».

Es la manera de contar, a manera de mito dramático, cómo una guerra, provocada por el fascismo, destruyó a una familia, a un pueblo y a un país entero.

Desde el pequeño pueblo de Jándula, los Ardolento, o Arlodento, una familia de campesinos humilde, con más de una cuarentena de miembros en 1936 se ve obligada a dispersarse por todo Iberia para vivir (y sufrir) en su propia piel los acontecimientos más significativos y grises y sangriento de nuestra historia: la Guerra Civil. Odisto Ardolento, el patriarca, y su esposa María son los primeros de un clan de héroes anónimos cuyos recorridos vitales son muestra palpable de la crudeza y crueldad del conflicto, vidas narradas con la destreza y sentimiento lírico que solo el realismo mágico puede transmitir, momentos y vicisitudes que parecen detenerse en el tiempo para apuntalar la crudeza de una realidad que se antoja inevitable.

Otra de las particularidades de la novela es que el narrador está muy presente y quien juega con el lector y hasta se inmiscuye en las vidas de sus propios personajes. Así cuando describe el humilde retrete de la hacienda familiar de los Ardolento, se entromete para decir que si algún lector encuentra la descripción somera, «que me busque y lo llevaré al mismo cubo azul verdoso de mi abuelo». También es capaz de entrevistarse , cara a cara, con el mismísimo generalísimo, Francisco Franco, y también con Unamuno. No son las únicas figuras históricas que entran en escena, pues también lo hacen Robert Capa, Eleanor y Franklin Roosevelt, Ernest Hemingway, Picasso o Miguel Hernández; también algunos de estos olivareros de Jándula cruzan sus destinos con los de Alberti, Lorca, Unamuno, Mercé Rodoreda, María Zambrano, Maruja Mallo o Manuel Azaña y Agustín de Foxá; en ello lo épico y lo costumbrista se entrelazan para tejer un portentoso tapiz, poético y grotesco, bello y delirante, junto a esos héroes anónimos que tratan de sobrevivir al delirio, la crueldad, las supersticiones, la falta de escrúpulos o, sencillamente, la mala suerte, cuando no a hechos fantásticos, casi irreales pero igualmente brutales.

Un renovado realismo mágico entrecruza con naturalidad los hilos de esta historia y leeremos así como, tras el fallecimiento de un recién nacido, todo: casa, árboles y animales son pintados de negro como señal de luto; como Ceferino, el director de la orquesta, tallaba los instrumentos de cuerda en los tocones de unos álamos muertos; o la historia del miliciano que al recibir un disparo mortal nota como de la herida no sale sangre sino arena fina; y de un maestro que enseña a sus alumnos a hacerse los muertos; de un general que duerme junto a la mano cortada de una santa, de un niño ciego que recupera la vista durante un apagón; de un fotógrafo extranjero que pisa una mina cerca de Brunete y no levanta el pie en cuarenta años.

‘La península de las casas vacías’ es una novela poderosa y única en la que con una narrativa admirable y ambiciosa que te hace olvidar el tiempo, David Uclés nos retrata todos los personajes posibles, todas las situaciones, todos los escenarios; toda la miseria y la infamia de aquellos años como nunca antes nadie lo había contado.

La Guerra Civil como antes nadie la contó

La portada de la novela de David Uclés. / L. O.

David Uclés

  • La península de las casas vacías
  • Editorial: Siruela
  • Precio: 24,70 euros