Cada primer viernes del mes de marzo, Málaga se planta ante el Cristo de Medinaceli. Las escenas se repiten cada año y forman parte de la tradición, incluso cuando la imagen recibe culto provisional en la iglesia del Santo Cristo de la Salud, en la plaza de la Constitución, por las obras de restauración de su sede canónica en Santiago. Ya sea en la calle Granada o en la calle Compañía, las colas son igual de largas y la espera igual de impaciente para llegar hasta el Señor y depositar las tres monedas y hacer las tres peticiones.

La imagen malagueña del Cristo de Medinaceli es obra del escultor de Álora José Navas Parejo, que tenía su estudio en Granada. Es réplica del Cristo original que se venera en la basílica de Medinaceli, en Madrid. Esta talla de Jesús Nazareno, tallada en 1640 por encargo del Duque de Medinaceli, está custodiada por la orden de los capuchinos, testigos cada año de cómo miles de personas esperan pacientemente a que llegue el momento sin que las bajas temperaturas, la lluvia e incluso la nieve sean un obstáculo.

En Málaga estas escenas se reproducen. La devoción se desborda haciendo infinita la espera para encontrarse cara a cara con el Cristo milagroso, el de Medinaceli. La tradición obliga a tener paciencia. No es cuestión de superstición, sino de reavivar una liturgia centenaria.

Personas de todas las edades. De toda condición social y económica. Hombres, mujeres, sobre todo mujeres, y niños que aprenden lo que significa la espera para cumplir con la tradición. Más de 50.000 personas pueden llegar a pasar ante la imagen en su día.